El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
En tránsito
Es normal que una persona como Pedro Sánchez, que tiene una relación tan conflictiva con la verdad, tenga una verdadera obsesión por los bulos y las mentiras. Deben de ser esas traiciones del subconsciente que el venerable doctor Freud denominaba “actos fallidos”. Para empezar, ¿qué es un bulo? ¿Quién dictamina que lo es? ¿Y qué consecuencias puede tener esparcir esos bulos? En una sociedad hiperconectada por las redes sociales, donde cada individuo tiene un arma de intoxicación masiva en su casa, intentar evitar los bulos es una tarea tan imposible como beberse el mar. Y además, vivimos bajo un gobierno que ha instaurado una opacidad absoluta en muchas de sus actuaciones, aunque lo disimule bajo la engañosa declaración de transparencia que preside todos sus actos. De hecho, este gobierno tiene el CIS –pagado con dinero público– que es un descarado órgano de propaganda oficial, igual que lo es la RTVE, y tiene además a su servicio a centenares de personajillos dispuestos a propagar las mentiras y las manipulaciones oficiales. ¿Entrarán los bulos del CIS en la nueva normativa anti-bulos que prepara Pedro Sánchez? ¿Entrarán las mentiras que difunde alegremente la prensa oficial? ¿Entrarán los escritorzuelos pagados con dinero público para intoxicar desde las redes? ¿O sólo se va a tratar de prohibir los bulos que difunde la oposición? Ah, amigos, esto es lo que habrá que ver.
En cualquier caso, este proyecto legislativo demuestra una nueva faceta autoritaria –otra más– de nuestro gran líder, cada vez más entregado a una deriva caudillista que delata una psicología autocrática que ya empieza a dar miedo. Cualquier persona mínimamente inteligente sabe que el poder –y más aún cuando se ejerce de manera autoritaria– se dedica a cambiar por completo el significado de las palabras. Si habla de paz, en realidad está ocultando la guerra. Si habla de igualdad, lo hace para ocultar la injusticia. Y si habla de la verdad, sólo está hablando de las mentiras con que quiere garantizarse la impunidad. No olvidemos que el estado totalitario descrito en 1984 tiene un ministerio de la propaganda que sólo difunde las mentiras del Gran Hermano, y ese ministerio se llama Ministerio de la Verdad. Si esta propuesta legislativa consigue ser aprobada, vamos directamente hacia ese siniestro Ministerio.
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