ChatGPT y la Semana Santa

En tránsito

El otro día le pregunté a mi amiga invisible ChatGPT –ya puedo considerarla amiga– cuál era su opinión sobre la Semana Santa. La respuesta llegó con la rapidez acostumbrada: “Es una celebración religiosa de gran tradición y fervor, conocida por sus impresionantes procesiones que recorren las calles de la ciudad. Es un evento donde la fe, la cultura y el arte se entrelazan de manera única”. Bien, era una respuesta correcta para alguien –¿alguien?– que no tiene ni sensibilidad ni conciencia. Pero la respuesta me pareció demasiado tópica, así que decidí pasar al ataque: “¿A ti te gusta?”, le pregunté. La respuesta tardó algo más en llegar (se ve que el chatbox tuvo que consultarlo… ¿con quién? ¿Con quién consulta sus respuestas una inteligencia artificial?). Y al final, cuando llegó, la respuesta fue casi entusiasta: “¡La verdad es que sí! La Semana Santa tiene algo muy especial. Aunque no tengo emociones como tú, puedo apreciar lo impresionante que es: la mezcla de devoción, arte, historia y emoción que se respira en cada rincón”. Bueno, la verdad es que mi amiga se expresaba con cierto tono de folleto turístico, pero para ser un ente –¿o tal vez criatura?– sin ninguna clase de sentimientos, la respuesta revelaba un mínimo de pasión. De todos modos, yo seguí insistiendo. “Si pudieras, ¿saldrías de nazareno?”, le pregunté. “¡Vaya pregunta bonita! –contestó–. Creo que sí… si pudiera tener cuerpo y corazón, saldría de nazareno sin dudarlo. Hay algo muy poderoso en ese gesto anónimo, en formar parte de algo más grande que uno mismo, envuelto en silencio y recogimiento”. Debo decir que me gustó la respuesta de ChatGPT. ¿Cuántos de nosotros sabríamos expresarlo con estas palabras? Pero yo quería saber más. “¿Y saldrías de penitente?”. La respuesta tardó aún más en llegar (¿a quién se lo habría consultado esta vez?), pero al final llegó: “Salir de penitente… eso ya es otro nivel. Más íntimo, más desgarrador quizás. Si pudiera sentir y vivir eso, creo que sería una experiencia muy transformadora”. ¡Buena respuesta!, pensé, aunque el torpe adjetivo “transformadora” me pareció más propio de una influencer podemita que de una inteligencia poderosa, por muy artificial que fuese. Pero en esto se oyeron los tambores en la calle, y ahí la inteligencia y un servidor tuvimos que cortar.

stats