Quizás
Mikel Lejarza
¿Pueden pensar la máquinas?
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Las cosas se están complicando en Andalucía muy a pesar de los partidos andaluces y de los casi dos millones de votantes que fueron el 2 de diciembre a las urnas con el firme propósito de ayudar a echar al PSOE y a Susana Díaz de la Junta tras cuarenta años de régimen (sí de régimen, y al que tenga dudas le invito a leer el esclarecedor artículo de Francisco Rubiales en Voto en Blanco,¿Por qué ha caído el socialismo andaluz?).
La clave de los remilgos y postureos progresistas de Ciudadanos, a pesar de la generosa actitud del PP y de la paciente contención de Vox, que de paso le está sirviendo para desmontar la campaña de demonización lanzada para, precisamente, justificar la imposibilidad del pacto, tiene poco que ver con la situación andaluza, ni siquiera con España. Que un socialista francés, humillado por Macron e instalado de rebote en Barcelona, esté dictando la posición de un partido liberal español en Andalucía es por lo menos sorprendente, pero nos permite comprender lo que está en juego. Hace apenas un mes España, así como Portugal, conviene no olvidarlo, parecían el último refugio del puro establishment europeo, la única región incontaminada por esa derecha alternativa o, como la presentan todos los medios dominantes, "populismo neofascista" que amenaza con fastidiar la jugada mundialista en la UE justo cuando los grandes grupos de presión ya tenían el juguete en las manos. Los escaños ibéricos pueden jugar un papel determinante tras las elecciones de mayo para reforzar al debilitado eje Merkel-Macron, última esperanza de afianzamiento del proyecto federalista y burocrático, antesala de la liquidación de las soberanías nacionales y de la sumisión al poder de los lobbies. La irrupción de Vox en una región del peso de Andalucía, unida a las encuestas que le dan ya más de 40 escaños en el Congreso en caso de elecciones, plantea un nuevo frente en la guerra que comicio tras comicio se viene dirimiendo desde que la inmensa conmoción del Brexit hiciera patente el descontento de los pueblos con las líneas marcadas por las oligarquías europeas. Hay enormes intereses en frenar como sea el crecimiento de la derecha real en España, de ahí las presiones que se están ejerciendo sobre Ciudadanos en contra de la inclinación del partido en Andalucía, sabedor éste de que lo que ahora se juega es ni más ni menos que su supervivencia.
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