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Luis Sánchez-Moliní
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Crónica personal
LOS españoles tenemos derecho a ver cara a cara a los dos únicos candidatos con posibilidad de acceder a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Fue un debate que el líder del PP no quiso realizar en 2004 y que ahora, sin embargo, aparentemente están dispuestos a realizar los dos políticos, aunque empiezan a advertirse ya los mareos de perdiz a los que desgraciadamente estamos habituados.
Zapatero ha expresado su disposición a realizar un debate en directo en televisión. Rajoy ha respondido con varias condiciones, la primera y principal que no quiere saber nada de TVE, cadena a la que considera que editorializa sobre el PP siempre en negativo y propone tres privadas: Antena 3, Telecinco y Cuatro, la cadena de Prisa, que no se caracteriza precisamente por inclinarse hacia el PP. Y propone además Rajoy que los debates no se reduzcan a uno, sino a tres mano a mano, cada uno de ellos sobre las cuestiones más de actualidad, economía, política territorial y política antiterrorista.
José Blanco ha respondido que no va a aceptar condiciones ni exigencias previas. Es decir, que mucho nos tememos que va a decir que no acepta la exclusión del PP, y el PP va a poner sobre la mesa los famosos textos que guarda sobre los telediarios de TVE para intentar cargarse de razón. En conclusión: lo que decíamos al principio, se ven indicios de mareo de perdiz que significan que de seguir así nos quedamos sin unos debates que son fundamentales para que los ciudadanos sepan cuál de los dos candidatos a presidente es más sólido y tiene un programa más coherente y realizable.
A Rajoy no le falta algo de razón al vetar a la televisión pública. No sólo porque se siente mal tratado, como ocurría al PSOE cuando gobernaba el PP, o como ocurre con los partidos de oposición frente a las televisiones autonómicas, sino que la Junta Electoral Central dio su aprobación hace días a que se celebrara en TVE un debate entre Zapatero y Rajoy, pero con una condición: que se celebrara después un nuevo debate con participación de todos los partidos con representación parlamentaria. Y el presidente del PP sabe que esa fórmula le coloca solo frente al mundo, él contra todos los demás. Lo ocurrido durante estos años de legislatura le ha demostrado que excepto en las cuestiones relacionadas con los Presupuestos Generales del Estado -en los que ZP todavía puede ganar los necesarios votos a golpe de chequera- ese tipo de debate se convertiría en un intento de acoso y derribo del PP.
Sería bueno, y sobre todo sería muy sano, que hubiera un debate entre los dos posibles presidentes. Pero las cosas hoy por hoy se ven negras a no ser que las arreglen Blanco y García Escudero pensando más en los ciudadanos que en los riesgos que corren sus candidatos.
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