La colmena
Magdalena Trillo
Noah
En tránsito
El mundo es muy raro. Hay gente que se desgañita contra Trump y Milei y Meloni y tutti quanti, pero que mantiene un silencio de trapense ante lo que ocurre en Venezuela o en Nicaragua (donde los tiranos de izquierdas no sólo encarcelan a los opositores, sino que los masacran a tiros en las calles, cosa que de momento no han hecho ni Trump ni Milei, y espero no dar ideas a nadie). Sí, es asombroso. Llamamos autócrata y cesarista a Trump, pero no vemos nada anómalo en que nuestro autócrata particular –que encima cobra nuestros impuestos– esté tramitando una ley por la cual va a inhabilitar todas las investigaciones judiciales que afectan a su esposa, a su hermano y a su fiscal general del Estado (e insisto en el posesivo “su”, que indica propiedad e indica subordinación y obediencia, perruna obediencia, por cierto). Y además –y esto es lo realmente aberrante–, esa ley se va a aplicar con efectos retroactivos (igual que las leyes de Franco que acusaban de rebelión militar justamente a aquellos que no se habían rebelado contra el orden constituido). En fin, hasta un ciego podría percibir en una ley así un rasgo indiscutible de cesarismo autocrático (¿hay algo más autocrático que anular por ley los procedimientos judiciales que nos perjudican?), pero está visto que hay gente que padece problemas visuales muy serios cuando se trata de juzgar la conducta política de aquellos que profesan su misma ideología. Trump es un autócrata caprichoso y narcisista, por supuesto, y todos sabemos que no tiene ningún respeto por las instituciones democráticas y que miente y seguirá mintiendo todas las veces que haga falta, pero ¿qué es nuestro amado Pedro Sánchez? ¿No es un reflejo especular del trumpismo? ¿No es igual de caudillista y autocrático y mentiroso? ¿Y no siente el mismo desprecio por las instituciones democráticas del Estado de Derecho, empezando por la independencia del poder judicial? Ustedes mismos.
Cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe –o debería saber– que el sanchismo ha iniciado una inquietante deriva autoritaria que nadie sabe hasta dónde puede llegar. Con excusas feministas y falsamente progresistas, sí, pero la deriva autoritaria es innegable. Y parece mentira que haya gente que se cree inteligente que todavía no se haya querido dar cuenta. La vida es muy rara, y tanto que sí.
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