El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Las dos orillas
La prevención de la catástrofe de Valencia fue lamentable y contribuyó a agravar sus consecuencias. Pero la gestión posterior ha sido bochornosa, indignó a la gente, y ha demostrado la incapacidad del Gobierno de España y de la Generalitat valenciana para organizar el salvamento y la reconstrucción. No es un problema de ideologías, de derechas ni de izquierdas, sino de incompetencia. Al día siguiente de las inundaciones, aparecieron Pedro Sánchez y Carlos Mazón hablando de unidad, y de trabajar juntos en beneficio de los ciudadanos. A partir de ahí, ya se sabía lo que pasaría: justo lo contrario de lo que decían.
Y, por supuesto, no se trataba de eludir responsabilidades, ni de indultar de antemano a los que cometieron errores. Se trata de detectar todo lo que se hizo mal para que no vuelva a ocurrir. Y eso debe pasar por relevar de sus cargos a personas que estaban ahí para hacer baja política, pero que cuando ha llegado la hora de gobernar y de gestionar han demostrado que no saben. Y han ofrecido al mundo una imagen de país subdesarrollado que nos avergüenza. Hasta ahora sólo han pagado el pato de la catástrofe dos consejeras ineptas. Y Teresa Ribera se ha ido de rositas a Europa.
Por eso es curiosa la reacción al nombramiento del teniente general en la reserva Francisco José Gan Pampols como vicepresidente para la Reconstrucción. “Es un peligroso mensaje antipolítico”, hemos leído en El País. Bueno, el peor mensaje antipolítico lo han dado los políticos implicados, con su incompetencia. Gan Pampols es un experto en intervenciones en países subdesarrollados, como Afganistán, por lo que puede ser de mucha utilidad en Valencia.
Y, además, señoras y señores, que Gan Pampols no va a sacar los tanques a las calles de Valencia, como Milans del Bosch en la noche del 23-F, ni es el elefante blanco del general Armada. A los mismos que ahora lo critican les pareció estupendo que Pablo Iglesias colocara en las listas de Podemos al general Julio Rodríguez, que había sido jefe de Estado Mayor del Ejército. Fue presentado por los podemitas como Julito el Rojo, un militar pacifista, aunque había sido piloto de aviones de caza.
Cuando llega una catástrofe inesperada, ya se ha visto lo que puede ocurrir en este país. Y cuando ocurre, no escarmientan, sino que se lanzan el barro entre ellos. Es aconsejable buscar soluciones con profesionales competentes, ajenos a la miseria moral que estamos viendo.
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