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Córdoba/Hay a quien no le gusta la Navidad porque dice que estamos todo el día comprando, que ya no es lo que era y mil cosas más, que puede que sean verdad, pero que también es verdad que es un tiempo muy bonito, que se disfruta mucho, sobre todo estando cerca de los amigos y familia.
Y es que la cosa se puso buena desde el principio, que vaya el partidazo que se marcó nuestro Córdoba en Oviedo, que por fin hemos ganado un partido fuera, y jugando de categoría, pero muy bien, que hasta el jugador ruso que tenemos, el rubio, que no me acuerdo nunca cómo se llama, metió un gol. Ya estamos más tranquilos en la tabla, que el pozo se ve más lejos, pero que eso no significa que no tengamos que fichar ahora en enero, que tenemos que hacerlo, y sin más remedio, que la cosa sigue estando cortita y no cerremos los ojos, que es lo peor que podemos hacer.
Yo creo que soy realista, que ya hay, como un vecino mío, quien empieza a hablar de la fase de ascenso, y no, de verdad, vamos a centrarnos en lo que estamos. Que igual que hemos ganado un partido fuera, perderemos uno en casa, o dos, y entonces la cosa se complicará. Ojo, que esto pasará y no quiero ser gafe. Pero de momento, estas fiestas, vamos a disfrutar con nuestro Córdoba, que también nos merecemos estas alegrías, aunque solo sean por unos días. El martes nos juntamos una buena banda en San Agustín, vecinos de toda la vida y otros que vienen por estas fechas, como el anuncio del turrón.
Yo no sé quién ha puesto de moda lo de comer sardinas el día de Nochebuena al mediodía, pero parece que es una cosa de toda la vida, que hasta me sentaron bien, y eso que yo este pescado lo relaciono con el verano, pero está visto que se puede comer en cualquier época del año.
Pero un año más he cumplido la promesa, y a buena hora y bien de estado, andando recto, me fui para casa de mi hermana, a ayudarle en lo que me dijera. Un año más se vino mi amigo Cayetano a cenar con nosotros, que no vamos a consentir que pase solo este día. Y el puñetero, porque no se puede tener más arte, apareció con un pastelón cordobés del tamaño de una diana de dardos. Una cosa.
Y no puedo acabar sin recordar a la gente de Cocinillas, que menuda labor hacen todas las navidades, para que no se quede ni una sola familia en Córdoba sin celebrarla. Ojalá más gente así, que a todos nos iría mucho mejor, lo tengo más claro que el agua. Gente que consiguen que los días de Navidad sean más bonitos.
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