Salvador Gutiérrez Solís

Esos días

La tribuna

22 de mayo 2016 - 08:28

HAY días y días. Y hay otros esos días, más bien pocos, pero que celebramos y festejamos, y puede que no degustemos, como si fueran muchos. No son tantos, no. Y luego están esos días, ya sabe usted, días encabronados, irascibles, de cuerno retorcido y vinagre en el aliento y mala leche a espuertas. La pasada semana tuvimos uno de esos días, o por lo menos lo fue para mí. Menos mal que no fue lunes, que ya habría sido rizar el rizo de lo canalla, y eso que de esos días ya tenemos unos cuantos acumulados. Media España enfadada por la lista de Del Bosque, ya ves tú el problema. Que si faltaban Navas, Costa o Torres, y que si sobran Casillas, Bartra o Cesc. Esas cosas tan trascendentales por las que nos cabreamos tanto y las redes sociales explosionan como una nueva supernova de bilis y rabia. Como si la vida nos fuera en ello, como si alguien hubiera puesto en duda el honor de los nuestros, como si yo qué sé. Yo creo que faltó organizar un change.org, aunque tampoco quiero dar ideas, que me temo lo peor. Pues se habrá equivocado o acertado según acabemos en la Eurocopa, así de simple y así de fácil. No necesariamente los mejores jugadores hacen el mejor equipo, y que se lo expliquen a Florentino, como tampoco nadie quiere colocarse bajo el aguacero sin su paraguas o chubasquero correspondiente. Más o menos. Y que conste que aquí el que escribe siempre ha contemplado más a Del Bosque como el perfecto monitor en un campamento de verano para adolescentes que como estratega futbolístico, aunque puede que se trate de eso. Solo eso. Escribir el nombre de once jugadores en la pizarra y ponerlos a jugar. Y que suene el timbre que anuncia el recreo.

Ese mismo día, de cisma nacional, otra vez las dos Españas pululando en los feisbuses y demás enredos virales, nos enteramos de algunos nuevos detalles del tal Granados y del tal Marjaliza. Vaya pareja de dos. El megahombre de Esperanza Aguirre, ese señor con aspecto tan formal, tan maqueado siempre, cada rizo puesto en su sitio, gomina a tutiplén, por lo visto, y según cuentan, se metía en el bolsillo unos cuantos miles de euros cada vez que vendían una vivienda. Hablamos de aquellos buenos años, sí, de aquellos, los años buenos, los de la hipoteca ampliable y el carro con más extras que una película de romanos en la puerta del pedazo de adosado con piscina y césped artificial. Esos años. Esos años en los que nos inocularon la droga de la posesión, tanto tienes tanto vales y si no tienes, taco gordo mejor, eres un paria como poco, y te como porque me toca. Esos años, sí. Esos años en los que miles de euros, millones, se colaban en los bolsillos de unos miserables para que se escaparan de los nuestros durante los próximos treinta o treinta cinco años. Así tal cual. Pues claro que hubo fiesta, orgía en su máxima expresión, pero usted y yo nos quedamos a dos velas, ni mirar nos dejaron. Eso sí, cuando nos dijeron que todo acabó, que en realidad no ha acabado, solo han cambiado de local de reunión, nos dieron una escoba, una botella de lejía y una fregona y nos ordenaron que limpiáramos los lamparones del suelo, que no está bonito que se vea una cosa así.

Para rematar ese martes de apoteosis rabiosa apareció Rosell, el que dice que representa a los empresarios, por suerte no los representa a todos, para decirnos que pensar en un trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX. Claro, claro. Lo dijo así, tal cual, textualmente. De verdad, ¿no se le cae la cara de vergüenza a este hombre, realmente piensa eso, desea eso para sus hijos? Mejor no responder a estas preguntas. En muchas cosas, en aptitudes, algunos de los que han ostentado ese puesto han demostrado que el siglo XIX se les quedaba muy lejano y que más adaptados se habrían sentido en el tiempo de las galeras o mejor de las cavernas. Como el propio Rosell. Qué flaco favor le hace a los empresarios, a los de verdad, con semejante discurso. Si yo fuera empresario pediría inmediatamente que se callara, como poco, cuando no que se plantase en la puerta de la calle para no volver. Pero no, me temo que seguimos con el tema Del Bosque, que lo mismo organizamos un change.org para que incluyan a Costa o a Torres entre los seleccionados.

PD. Un abrazo muy fuerte para Luis Pérez-Bustamante, un querido y gran amigo, el mejor compañero de viaje.

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