Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Postdata
Aunque el desempleo de los jóvenes en España ha vivido tiempos peores (la tasa alcanzó el 57% en 2013 y hoy es del 27,1%), nuestro país sigue ostentando tan infamante liderato en la UE y en la OCDE.
No es fácil determinar las causas de un fenómeno tan complejo. El primer desajuste con el que nos encontramos es el que se produce entre las capacidades que requiere un mercado laboral cambiante y las que ofrece un sistema educativo rígido. CEPYME cifra en 150.000 los trabajadores que no logran incorporar las pequeñas y medianas empresas por falta de formación. La ampliación del catálogo de profesiones de difícil cobertura, además de otras dinámicas, manifiesta también el crecimiento de esta brecha de destrezas entre oferta y demanda.
Aun así, los expertos señalan que esa distorsión no es suficiente para explicar números tan lamentables. Añaden a lo expuesto motivos culturales y una deficiente legislación laboral. De lo primero, baste con subrayar que en España es mucho menos habitual estudiar fuera del lugar de origen, lo cual produce una salida tardía del hogar y una incorporación diferida al trabajo. Según el Observatorio de la Emancipación del CJE, el porcentaje de nuestros jóvenes que vivía fuera del hogar a finales de 2022 era del 15,9%, prácticamente la mitad de la media de la UE. Hay pocos estudiantes que trabajen (el 80% no lo hace) y los que trabajan reciben sueldos peores y tienen menos estabilidad laboral. Engrosan las filas de los polémicos fijos-discontinuos.
De lo segundo, dígase que la normativa laboral española desconoce la figura del trabajador estudiante. A diferencia de modelos como el holandés, aquí no hay profesiones destinadas a jóvenes que concilien el horario laboral y el lectivo. De otra parte, tampoco las instituciones docentes favorecen esa opción, adaptando en estos casos asistencia, exámenes, etc. Todo ello sin olvidar nuestra insoportable tasa de abandono escolar que lanza al mercado una juventud sin saberes ni habilidades.
¿Tiene solución? Rápida y general desde luego que no. Hay quien afirma que la respuesta está en el desarrollo inteligente de la Formación Profesional. Otros señalan que la digitalización añadirá oportunidades a la empleabilidad de los jóvenes. Pero el mejor camino para afrontar este enorme reto pasa, pienso, por tomárnoslo en serio. Por no seguir abandonando a su suerte a un sector de la población que constituye el núcleo mismo de nuestro futuro.
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