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NADIE duda de la eficacia que tiene ADIF, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias que como un brazo de la antigua y potente Renfe se encarga de la gestión de las estaciones, que son, en estas fechas vacacionales, como la casa de todos. ADIF se encarga de controlar todo lo que ocurre en ellas y lo hace con extremada precisión. Así, el pasado jueves, cuando los jornaleros del SOC y del SAT cortaron el tránsito de ocho AVE inmediatamente difundieron el dato de que habían sido 592 los pasajeros afectados que llegaron con retraso a sus respectivos retrasos a causa de la protesta. Esta inmediatez contrasta con lo ocurrido hace unos días, cuando una tormenta caída en la provincia de Toledo alteró el tráfico ferroviario durante tres jornadas. Fueron, lógicamente, muchos más los trenes de alta velocidad que vieron interrumpido su itinerario, con centenares de viajeros que no llegaron a su destino a la hora que ponía el billete y que tuvieron que hacer incómodos pero necesarios trasbordos en autobús. Algunos, incluso, habían pasado por taquilla con las vías ya cortadas y no se les comunicó tal contingencia. A lo largo de esos días fue imposible conocer la cifra de los viajeros afectados, que deambulaban desorientados por las estaciones por culpa de una información racionada. El jueves, en cambio, sólo hubo eficacia y precisión por parte del ADIF. La que debe haber siempre.
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