Elon Musk y los Erasmus

La colmena

Nunca pensé que escribiría esto: “Gracias, Elon Musk”. Gracias por poner un poco de pragmatismo, de consecuencias reales, a la política comercial proteccionista de Estados Unidos. En un inesperado giro de guion, el CEO de Tesla y SpaceX ha apostado públicamente por la eliminación total de aranceles. En realidad, lo único que ha hecho Musk es cabrearse (y mucho) tras perder más de 11.000 millones de dólares en un solo día y dimitir del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DEG), el organismo que le creó Trump a su medida para despedir trabajadores públicos y reducir costes.

El lema ahora es “aranceles cero”. A este lado del Atlántico, poco importa si el trasfondo de su campaña no es otro que salvar activos y proteger su emporio. Lo relevante es evaluar hasta qué punto la crisis de Elon Musk puede influir para suavizar la guerra arancelaria y, sobre todo, como efecto tractor para que otros empresarios también presionen.

Les confieso que es una de las pocas noticias de esta tormenta económica que, al menos para mí, tienen algo de sentido: empresas reales sufriendo el tablero de delirios arancelarios de Trump. De lo material a lo financiero.

Comenzamos la semana con un revuelo de caídas en los mercados bursátiles y, de repente, se ponen a repuntar. “Rebotes” dicen los expertos. He escuchado y leído a decenas de economistas y la única conclusión a la que llego es lo que ya sabíamos: que las Bolsas tienen vida propia, todo especulación y nada de explicación. En Estados Unidos parece que la euforia se desató con un bulo pero en Europa no tenemos ni fakes que desmontar. Poco sabemos más allá de esas nuevas amistades peligrosas que estamos cultivando mientras China planea devaluar moneda para desactivar el efecto de los gravámenes. ¿Así de fácil? ¿Así de difícil?

Pues ahí andaba perdida, absorta en el sofisticado e inescrutable mundo de los brokers, cuando es el ingenio de un puñado de universitarios Erasmus el que me deja perpleja. Todos estamos acostumbrados a sufrir la letra pequeña de las aerolíneas; low-cost hasta que llegas al final y toca pagar. Pues les cuento. La estratagema vuela por redes: pones tu maleta y tu ropa en venta en Vinted, cualquier amigo la compra (tú resuelves con un rápido bizum) y el paquete llega a tu ciudad de destino por un módico precio. ¡Brillante! ¿A quién se le habrá ocurrido? Ni los Elon Musk de Silicon Valley.

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