Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Alto y claro
Pedro Sánchez puede esperar sentado a que ETA desaparezca del debate político en España y le permita ejercer sus dotes de jugador de billar parlamentario sin miedo a que el fantasma de los terroristas se le aparezca una y otra vez. Presentarse ante los españoles como aliado de los que hasta hace un rato defendían a los pistoleros es un error estratégico y sería absurdo que el PP no lo explote mientras piense que le puede sacar rentabilidad política. El hecho de que la presencia de etarras en las listas de Bildu se haya convertido en el argumento estrella de unas elecciones locales y regionales da idea de por dónde se mueven las pulsiones de nuestros políticos. Entra dentro de lo lógico. Hace poco más de una década que estos tipos anunciaron que dejaban las metralletas tras estar casi medio siglo sembrando el país de crímenes repugnantes. Hoy siguen presentes gracias a una organización política que los ampara y los apoya y que, además, es socia parlamentaria del Gobierno de España, lo que abre una vía de ataque de alto aprovechamiento.
Aquí no hemos dejado todavía de tirarnos a la cabeza los cadáveres de Franco, José Antonio o Queipo de Llano. Imagínense los sentimientos que es capaz de movilizar ETA. Los asesinos y sus víctimas directas e indirectas están todavía muy presentes y con los sentimientos a flor de piel. Pasarán todavía décadas hasta que el dolor causado sea sólo un recuerdo. Y que sea un recuerdo, como tenemos bien aprendido en las últimas décadas, no evitará que se utilice en la refriega política y en la lucha por el voto.
No hay que hilar demasiado fino para constatar que el gran error de Pedro Sánchez en esta legislatura han sido sus amistades. Si no fuera por este lastre, que le ha supuesto un coste brutal de imagen y de credibilidad, el presidente podría cerrar la carpeta de estos cuatro años con una nota decente, teniendo en cuenta todo lo que ha pasado, desde la pandemia hasta la guerra de Ucrania. Pero como se ha demostrado en el episodio de los etarras en las listas de Bildu, Sánchez le ha dado a la oposición todas las cartas para retratarlo como un arribista dispuesto a cualquier cosa con tal de mantener el poder. Incluso aliarse con los que están dispuestos a glorificar a una partida de asesinos y convertirlos en dignos concejales de sus pueblos. El problema es que no da muestras de haber escarmentado. Peor para él. Pero no sólo: también para todos los socialistas que se presentan a estas elecciones. El día 28 se verá.
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