Lola Álvarez

La fábula de la rana

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Urge alzar la voz y tomar partido por la verdad y los derechos frente a la sinrazón y los pusilánimes

16 de junio 2023 - 00:15

Hace unos años, mi amigo y colega Álex Grijelmo, inició una conferencia sobre los viejos y nuevos problemas que internet deparaba al periodismo con aquella vieja fábula de la rana y el cazo de agua hirviendo. No sé si la recuerdan. La fábula contaba que, si ponemos a una rana en un cazo de agua hirviendo dará un salto para salir de ahí. Pero si la depositamos en agua tibia y la vamos calentando, poco a poco, es posible que se cueza dentro del recipiente sin darse cuenta. Hoy la traigo a colación para un tema bien distinto. Hablo de los recientes ataques homófobos que se han producido, casi a la vez, en distintos lugares de nuestro país, uno de ellos en nuestra tierra, en donde durante la representación de una ópera en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, el hecho de que dos hombres se besaran en el escenario provocó la ira de un grupo de espectadores que abandonaron el teatro. Estos ataques, con violencia física en algún caso, y con violencia verbal en otros, mostraron un componente de homofobia, de odio encarnizado hacia lo diferente, más que notable. Lamentablemente, sabemos bien que este tipo de actuaciones no se limitan a casos aislados, y que a la homofobia se le suman el racismo, la xenofobia y una violencia machista que, en lo que va de año, se vuelve a cobrar ya demasiadas víctimas. Y lo peor es que se reproducen ante la indiferencia de muchos. Todo barrunta que irán a más, en la medida que las ideologías que los sostienen, y muchos de sus seguidores, andan cada día más crecidos, ante la fuerza que les dan los pactos políticos para los que resultan necesarios. En estos tiempos de posverdad donde a la razón y los argumentos se imponen emociones y soflamas sin fundamento, pareciera –disculpen la generalización, siempre hay excepciones– que el resto de la sociedad o no nos enteramos, o directamente no queremos enterarnos. Como la rana de la fábula, estamos tan a gustito en el agua tibia, que no nos percatamos de que ésta se va calentando, y para cuando queramos caer en la cuenta, estaremos achicharrados. El mirar a otro lado, el “no va conmigo”, no pueden ser jamás posturas defendibles, porque no es de humanos ser tan irresponsables. Urge alzar la voz y tomar partido por la verdad y los derechos, felizmente alcanzados, frente a la sinrazón y los pusilánimes. Habrá quien diga que exagero, pero como en aquel viejo poema de Bertolt Brecht, cuya lectura les recomiendo, ojalá no nos veamos nunca en la tesitura de tener que repetir su último verso: “Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde”.

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