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Rafael Sánchez Saus
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Es posible que la revisión de Oriol Junqueras sobre sus planteamientos soberanistas ante su inminente indulto abra una vía de diálogo entre el Gobierno y el Govern. Es improbable que esa vía llegue a buen puerto, dado que la parte catalana no acepta más salida negociada que la que garantice la amnistía para los políticos presos y los autoexiliados. Es seguro que la negociación interesa más que a nadie a Pedro Sánchez, que podría mantenerse en el poder y prolongarlo otra legislatura gracias a ERC.
Ahora bien, ¿es sincero Junqueras cuando asegura que el procés hacia la independencia culminado en 2017 era indeseable e inviable y que hay que pactar con el Estado español? ¿Se ha vuelto pragmático y posibilista o su nueva actitud es mera impostura? ¿El indulto es la llave de un tiempo nuevo que resolverá el conflicto dejando contentas a la vez a la mayoría del pueblo catalán y a la mayoría del pueblo español? Interesantes preguntas.
Esquerra Republicana de Catalunya tiene una dilatada trayectoria de vaivenes y contradicciones. Digamos que su fuerte no es la táctica. No hace falta remontarse a su traición a la Segunda República (Companys proclamó el Estado Catalán en 1934, en medio de una huelga general, y el general Batet lo deshizo en unas horas). En 2017 fue ERC la que presionó a Puigdemont en los despachos y en la calle para que se aprobara la declaración unilateral de independencia que duró unos minutos ( la famosa alusión del tétrico Rufián a que se había vendido por 155 monedas de plata a cuenta del artículo 155 que intervino la Generalitat con apoyo nítido de Sánchez a Rajoy). En enero de 2020 Junqueras decía que "desde los más estrictos principios democráticos, lo que hicimos en otoño de 2017 estuvo bien hecho". En enero de 2021, ayer mismo, preguntado si ha renunciado a la independencia unilateral, contestó: "Nunca. No descartaremos nunca cualquier opción pacífica y democrática que nos conduzca a la consecución de la independencia" .
Por lo demás, ERC ha firmado los pactos con Junts y CUP que le han permitido hacerse con la Generalitat y en ninguno de los dos se descarta la vía unilateral. Aragonés es rehén de Puigdemont, de los asamblearios y de un sector de su propio partido. No le dejarán, aunque quisiera, negociar con Madrid si no es para arrancar la amnistía y la autodeterminación. Todo lo demás no les vale.
Estos dos objetivos "innegociables" son imposibles sin cambiar la Constitución.
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