La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
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En política se valora más la forma de hacer que la esencia del ser, de la ideológica. Eso se podría deducir tras el batacazo que se dio un descontrolado Trump frente a una contenida Kamala durante el debate. Millones de estadounidenses empiezan a tomarse en serio a quién votar para renovar la futura presidencia de los EEUU. Sobre la balanza, un hombre altivo, soberbio, enfadado, millonario, déspota, juzgado, mentiroso… pero que contenta a su electorado por cómo manejó la inmigración y las políticas económicas aplicadas. En el atril contrario una mujer que llega de rebote tras el catastrófico debate del actual presidente Joe Biden. Kamala es candidata por sorpresa. No viene de una estudiada estrategia demócrata para poner a una mujer como primera presidenta de los EEUU, sino que ha surgido de una improvisación que ha dejado en relieve que la fama que tenía de vaga, intrascendente en sus políticas internacionales y una desconocida, se ha resuelto casi por completo en dos horas de debate electoral. La “desconocida”, aquella que evitaba entrevistas en televisión “por inseguridad” hincó los tacones en el set donde se enfrentaría a un Trump a quien extendió su mano a pesar de que este no pierde una mínima oportunidad por humillarla. Que si ríe como una loca. Que si no sabe si es negra, blanca o india. Que es una incompetente. Lo mismo hizo en el homenaje a los muertos en el 11S al día siguiente donde comparecieron separados, ganadora y perdedor. Kamala le extendió la mano dando lección. La estrategia demócrata en el debate dio resultados. Ella no entró al trapo en ninguna de las provocaciones del rival a quien iba machacando con una casi permanente mirada y su discurso gestual. Ganó la serenidad, el discurso bien argumentado, la sabiduría para lidiar lo que a ella no le convenía debatir y no perdió la compostura. El anzuelo lo mordió Donald quien acusó, también a los presentadores, de haberse enfrentado a él cuando se vieron obligados a aclarar que en EE. UU. no se mata a los bebes recién nacidos, ni los inmigrantes se comen a sus mascotas. Eso es lo que se ha ganado en las formas: abortar al instante las reiteradas mentiras, y no caer ante los insultos, tensiones verbales y malas maneras. El fascismo es trasversal, viene desde la izquierda o la derecha. El paralelismo de las formas en España sería, Kamala versus Feijóo y Trump versus Sánchez. Ideologías opuestas pero formas compatibles. No se ganan suficientes votos con las buenas formas aunque sea lo correcto.
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