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Rafael Sánchez Saus
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Cuando llegan estas fechas, muchos amigos del barrio se enfadan mucho porque los chavales celebren Halloween, que ya es una cosa que tiene su tiempo, que no es de ayer o del año pasado, precisamente. Yo con el tiempo he dejado de darle importancia, la verdad, porque ya tenemos demasiados problemas como para enfadarnos por algo así.
Además, seamos claros, que siempre hemos sido de quedarnos con lo que nos viene de fuera, que eso es muy español, pero tela. Vamos a ver, que ya no queda nadie bebiendo zarzaparrilla, que cuando llegaron los refrescos americanos no tardamos ni un minuto en empezar a beberlos. Igual que muchos que no soportan Halloween, se beben un cubatita tan tranquilamente, y eso no viene precisamente de Cañero o de Burgos, que eso viene del Caribe, según me han contado. Y así podemos seguir hablando de mil cosas más, seamos sinceros, que nos han llegado de fuera y ya tenemos como si fueran nuestras de toda la vida. Y no nos pongamos a hablar de comida, ya no solo las pizzas y las hamburguesas, y las salchichas, también toda esa comida de china, japón y de mil sitios más que no nos cansamos de comer. Bueno, la verdad es que yo lo único que he probado son los rollos primavera y tampoco es que me volvieran loco, que sigo prefiriendo mil veces un flamenquín, aunque venga con queso, que yo no sé esa gracia de dónde la han sacado. Que bueno, que nos podemos quejar, que es gratis, pero que también la gente se puede quejar de mil cosas más, por la misma razón.
En mi casa somos de tradiciones cuando llega el Día de Todos los Santos. Vamos al cementerio muy temprano a llevarles flores a mis padres y a la limpiarles las lápidas. Y anda que no hay gente que hace lo mismo, pero tela. Y también es tradición que mi hermana haga gachas, de las dulces, que le salen exactamente igual que a mi madre. Pero iguales. Con sus nueces, sus almendras y sus tostones de pan frito. Es el típico plato que si comiera todas las semanas, seguro que me cansaba, pero que una vez al año es una delicia y algo más.
Aunque si lo pienso, lo podría comer perfectamente todas las semanas, es que me gusta una barbaridad, para qué nos vamos a engañar. En fin, que ya hemos comido gachas y ya hemos ido al cementerio en esta semana que ha llovido tela, hasta más de la cuenta, que vaya las cosas que se han visto. Y no quería hablar del Córdoba, pero voy a hacerlo, otra vez haciendo el ridículo fuera de casa, y de qué manera. Esa imagen no la podemos dar, porque todos los partidos en casa no los vamos a ganar. Y ya me callo. Hasta el domingo que viene.
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