Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
¡Oh, Fabio!
Reconozcamos que las primarias del PSOE andaluz han tenido algo de serie B, de medio pelo, de pariente pobre. El mismo debate entre los candidatos fue de una rigurosa mediocridad visual y conceptual. Espadas es, probablemente, el candidato más aburrido de la historia de occidente, y Luis Ángel Hierro cae bien como todas las personas inofensivas, pero no llega a romper su cascarón de huevo. La única que ha intentado poner algo de cúrcuma a esta fiesta de la democracia interna ha sido Susana Díaz, con sus camisetas con mensajes en inglés, como las que le gustan a mis hijas, y su discurso neoayusista de libertad divino tesoro. Ya dije una vez que me conmovía el valor de Susana Díaz, quien ha resistido a todas las ofertas irresistibles de un sanchismo que no quería llegar a las manos en Andalucía. Esta Susana, como la leona herida de Nínive, tiene dignidad, más desde luego que cuando era una siniestra agente orgánica criada en las juventudes. Hace unos días, un periodista criticaba su condición de trianera y rociera. Se equivoca, porque es de ese mundo popular y folclórico bajoandaluz, telúrico y kitsch al mismo tiempo, en el que las mujeres siempre han estado empoderadas, de donde la lideresa sevillana saca su fuerza ordinaria y letal. Al igual que el cristianismo tuvo a su Chateaubriad, que defendió la sabiduría y belleza de la religión del Nazareno, alguien, quizás uno de los pocos periodistas que aún no le han traicionado, debería escribir El genio del susanismo para reivindicar a esta figura dolorosa y atigrada . Ahí queda el guante.
Hace unos meses, la práctica totalidad de los analistas políticos daban por muerta a Susana Díaz. Sin embargo, hoy nadie descarta una sorpresa el domingo. La historia de las primarias del PSOE está plagada de ejemplos en los que el candidato outsider humilló al aparato. ¿Por qué no ahora? Díaz, con sus tshirts y su reivindicación de mujer perseguida, puede tumbar a un Juan Espadas cuya condición de candidato oficial de Ferraz le puede hacer más daño de lo esperado en tiempos de indultos y otras tragaderas. ¿Se imaginan a una Susana triunfante? Tendría su gracia y nos callaría a muchos. De todas maneras, a estas alturas, en los estados mayores del socialismo ha debido ya calar la idea de que Andalucía está perdida, al menos, unas elecciones más. Sánchez y Díaz se pueden permitir seguir celebrando duelos, como esos dos personajes de Conrad, los oficiales de Napoleón Gabriel Feraud y Armand D'Hubert, que al final ya no sabían por qué se batían.
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Gracias, Errejón