Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Su propio afán
Esta columna es estrecha y traigo tres tesis encadenadas (con perdón). Tendré que ir rápido. La primera, además, reincide. Sigo apostando a que Pedro Sánchez no concederá el indulto a Griñán. No le conviene. Certificaría que se pasa la división de poderes por el forro, que la corrupción, a él, plin, y que indulta a uno y no a los otros, lo que le metería en un círculo vicioso de agravios comparativos. Mala propaganda electoral a las puertas de varias convocatorias a cara de perro. El PP, que lo sabe, le está poniendo fácil el indulto, por si, a lo tonto, les regala esa ventaja. Tiene pinta de que voy a perder la apuesta, pero prefiero quedar como un analista ingenuo antes que renunciar a una mínima confianza en los dos únicos valores que aún le reconozco a Sánchez: la inteligencia maquiavélica y el egoísmo letal.
Segundo eslabón de la cadena (con perdón): el interés personal del presidente esta vez sí coincide con los intereses de España. Una democracia se derrumba si su Código Penal y las sentencias de sus tribunales son papeles mojados. No importa, por lo visto, ni pegar un golpe de Estado ni malversar millones de euros ni tampoco decretar confinamientos inconstitucionales. "Chungo", dictaminaría el sabio barón de Montesquieau.
Sin embargo, y aquí quería llegar, yo me resignaría a que indultasen a Griñán si reconociesen idéntico trato de favor a toda la ciudadanía, aunque no seamos ni socialistas ni siquiera políticos. Casi más grave que el hundimiento de la separación de poderes está siendo el establecimiento de una casta de privilegiados inmunes al imperio de la ley y a las apreturas económicas.
Urge exigir el fin de los chollos descocados que se autoconceden los políticos. Igual que el feminismo defendió la igualdad del varón y la mujer, ahora toca el ciudadanismo, que reclame la igualdad del contribuyente con el político. Chesterton hubiese propuesto (véase El Napoleón de Notting Hill) que cada semana se sortease un viaje en Falcon entre todos los españoles, en virtud de su dignidad equiparable como ciudadanos a la del presidente del Gobierno.
Yo me conformaría con que nos diesen, si al final conceden el indulto, unos cuatro o cinco griñanes a cada uno. Esto es, unos comodines legales con que anular o indultar cualquier multa, infracción o delito. Eso sí, siempre que no se superase el límite de los 679 millones de euros, que tampoco queremos ningún trato de favor.
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Gracias, Errejón