Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Alto y claro
Salvo en la isla que, cada día más, representa Cataluña, el PSOE es hoy incapaz de ganar unas elecciones en España. En ningún nivel, sean nacionales, regionales, locales o, como se acaba de ver, europeas. Los socialistas ya no salen a ganar. Salen, como mucho, a empatar y a intentar luego forzar alianzas heterogéneas que le permitan cuotas de poder. Esa es la estrategia que les funcionó en las generales de julio de 2023 o que les permite en estos días reeditar la coalición en el País Vasco. Pero todas sus salidas a la arena electoral en estos últimos doce meses, que no han sido pocas, se han saldado con derrotas más o menos abultadas, salvo el caso excepcional de Salvador Illa en Cataluña, que veremos si les sirve para algo más que para repetir otra vez las elecciones.
Esta es la dura realidad a la que se tiene que enfrentar Pedro Sánchez y que hace salivar a un Alberto Núñez Feijóo que cada día ve más cerca La Moncloa. Cuentan algunas crónicas que en la ejecutiva que este lunes analizó los malos resultados de las europeas Sánchez se alarmó por el desastre del PSOE en Andalucía y Madrid y exigió medidas urgentes en esos territorios. A buenas horas. No hay que ser Bismarck para darse cuenta de que todos los males del PSOE, incluido el propio liderazgo del secretario general, vienen por su práctica desaparición en comunidades que eran clave para mantener un partido fuerte y coherente. El mapa es desolador para ellos: en Andalucía es un zombi que camina trastabillándose hacia ninguna parte; en Madrid, un cadáver insepulto; en el País Vasco, la muleta del PNV en algunos casos y de Bildu en otros, en Valencia están catatónicos. Y el resto de los territorios, salvo Castilla-La Mancha, convertida en el feudo de la oposición interna, mejor ni mirarlos.
El caso más sangrante, nunca mejor dicho, es el de Andalucía donde los socialistas parecen haber perdido el contacto con la realidad. El PSOE que más se parecía a España y que le daba al conjunto del partido fuerza nacional y cuadros dirigentes ha quedado reducido a la nada. Desde que perdió la Junta ha ido para abajo en un proceso imparable de deterioro y hoy es un fantasma que se pasea por la región sin liderazgo, sin estrategia y sin proyecto político. Le ha dejado al PP y Juanma Moreno mucho más terreno del que el inquilino del palacio de San Telmo hubieran nunca soñado.
El PSOE de Sánchez seguirá dando tumbos y más pronto que tarde perderá La Moncloa si no ataja rápido la hemorragia andaluza y actúa en consecuencia. No lo tiene fácil. Pero no le queda otra.
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