Hermano, telecinqueros y apagón

La ciudad y los días

Este es un país divertido, qué duda cabe. Divertía, ayer, leer los titulares sobre el hermano de Pedro Sánchez. Medio amigo: “La jueza propone sentar en el banquillo al hermano de Pedro Sánchez por tráfico de influencias y prevaricación”. Medio crítico: “La juez procesa al hermano de Pedro Sánchez por prevaricación y tráfico de influencias”. Medio amigo: “La jueza propone mandar a juicio al hermano de Pedro Sánchez por la plaza en la Diputación de Badajoz”. Medio crítico: “La Justicia procesa al hermano de Sánchez por tráfico de influencias y prevaricación. Ninguno miente, por supuesto. Pero matizan.

Aunque lo más divertido de ayer con relación a los medios iba a ser la presentación, tipo entrada de Cleopatra en Roma, del desembarco del Sálvame de Tele 5 en la 1 de RTVE, la adopción por la televisión pública de las estrategias de la privada para obtener audiencia. Las privadas pueden hacer lo que les venga en gana para competir unas con otras. La pública, no. Pero lo hace, por supuesto. Las privadas captan audiencias para vendérselas a los anunciantes. Las públicas captan audiencias para venderles propaganda. La radio halló hace casi un siglo esta fórmula para generar ingresos y todas las cadenas de televisión la siguieron. Los medios públicos nacieron para garantizar objetividad, sin alineaciones políticas, y calidad, sin depender de anunciantes. El modelo por todos reconocido fue la BBC. En España los medios públicos no lo cumplieron entre 1939 y 1977 por razones obvias y no lo han cumplido desde entonces hasta hoy por las razones ya expresadas: descartada la objetividad en favor de la propaganda, hay que captar audiencia por los medios que sea, lo que supone descartar la calidad. Agotados concursos de agujita, cocina o canciones, y captados con relativo éxito los presuntos trasgresores y gamberretes que han triunfado en las plataformas, se ha optado a lo bestia por lo que en su día se llamó telebasura. Al fin y al cabo, fue una televisión pública, Canal Nou bajo mandato del PP, quien la inició en su modalidad más agresiva. Ahora RTVE, bajo mandato social-sanchista, va más lejos.

Pero no hubo cabalgata. Ni hubo nada desde las 12.32. Solo el apagón nacional con ribetes internacionales. Pasadas seis horas habló Sánchez. Y no dijo nada. Como siempre. Fiel a sí mismo, este hombre fue lo único esperable y normal en un día de sorpresas y sobresaltos.

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