La Gloria de San Agustín
Rafalete ·
Felices fiestas
Planeta toro
Estamos acostumbrados a ver la gente vestida por la calle y nos creemos que es algo natural. Cuando vivía en Alemania y aquí todavía gobernaba un señor que inauguraba pantanos, los alemanes se iban a sus playas, esas del norte de Europa, y practicaban el FKK. Aunque suene a grupo racista sureño americano, el FKK o Freie Körper Kultur no es otra cosa que la cultura del cuerpo libre. ¿Y qué es a mandanga? Pues andar desnudo por las playas embravecidas del Mar del Norte. Entre usted y yo, ir en cueros por las playas del norte alemán, sea el mes de agosto o junio, supone pasar una tarde de frío como las que se pasan en la feria taurina de Valdemorillo. Porque aquí, entre usted y yo, hay ciertas partes pudendas que enseguida se le enfrían a uno y no todos somos capaces de afrontar ese filo de cuchillo.
¿Podemos o debemos plantearnos si es lícito o sensato andar en cueros por las playas teutónicas? Ni lo sé ni me importa. Por eso tampoco ando cuestionándome que algunos toreros, a lo largo de la historia, decidieron torear desnudos. Me refiero a desnudos en la plaza, en los medios, en los tercios. No a los desnudos del Pasmo de Triana, Juan Belmonte, en el campo bajo la luna llena, sino a los desnudos del alma. Hace justo una semana que un torero estuvo a punto de encontrar la muerte en la plaza mexicana de Aguascalientes, donde según dicen la enfermería no guardaba los más mínimos requisitos.
Se trata de un torero que torea poco porque le da la gana de torear poco, por eso mismo se permite el lujo de salir a la plaza desnudo, sin defensas. No es una cuestión de falta de técnica -que se lo digan a los que lo vieron hace dos años en Málaga frente al viento y el toro-, ni de valor por el valor. Es otra cosa muy distinta, es desnudar el alma y desnudar el toreo, es despreciar las corazas y armaduras del pase sacando el toro hacia afuera o citándolo fuera de sitio, que es como vestir de frac.
Este torero tan importante, al que algunos tildan de loco o de insensato, como en los años 70 en un país llamado España tildaban a las alemanas que se quitaban el bikini, ha decidido torear desnudo por razones que desconocemos. Torear desnudo es verse continuamente expuesto a la tragedia, a las carnes abiertas que diría un flamenco, aunque en este caso con lección de anatomía: ilíaca, safena y esos nombres que suenan a diosas griegas de los tiempos de Hesíodo. Es muy posible que por torear sin defensa, sin esconderse, ofreciéndose, desnudo en una palabra, José Tomás acabe por encontrase con la anunciada parca. Muy posible. Pero ¿quiénes somos nosotros para decirle que se ponga unos calzoncillos? Al fin y al cabo, el FKK ya es legal en todos sitios y no nos vamos a espantar ni ante las partes pudendas ni ante la muerte.
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