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Esta Semana Santa me he dado cuenta de lo poco que yo sé del tiempo, y lo mucho que saben un montón de personas, que yo no sé cómo no están trabajando en la tele, y es que saben mejor que los hombres y mujeres del tiempo que vemos. Una cosa, lo que yo les diga, y que no me había dado cuenta hasta ahora.
Aunque no acierten, te adelantan si va a llover o no con una seguridad que no eres capaz de poner en duda, porque tú no sabes nada y ellos se lo saben todo, tal cual, como lo estoy contando. Y encima tienen dos mil aplicaciones en los teléfonos, pero solo ellos tienen las buenas, las mejores, llenas de colorines, y que por supuesto solo ellos saben interpretar.
Imagino que todos estos hombres del tiempo son cuñados de alguien, porque son los más cuñados de los cuñados que yo haya conocido nunca. Y mira que yo soy también cuñado, y a pescuezo, que vivo de gorra con mi hermana y mi cuñado, que lo mío ya es el colmo. Pero es que mi cuñado es la gran excepción de todos los cuñados, porque a pocos como él he conocido en mi vida, lo que yo les diga.
Pues he contado esto del tiempo porque vaya la de expertos que he conocido esta Semana Santa en la espera de ver los pasos y de saber si iban a salir o no, una cosa, de verdad. Y anda que no se hacen notar, como si necesitaran que todo el mundo los escuchara, para demostrar lo mucho que saben. Yo ya no me acuerdo qué día fue, pero esperando a que llegara la cruz de guía empezó uno a decir que la probabilidad era cero, que no nos preocupáramos que no iba a caer una gota. Una no, más de cien cayeron, y a los cinco minutos de decirlo. Que había que ver la cara que se le quedó al sujeto.
Pues eso, que ha sido una Semana Santa de mirar mucho al cielo y a las previsiones de las aplicaciones de los teléfonos, aunque tampoco tenemos que extrañarnos de nada, que en primavera el tiempo es así, nos guste más o menos. Pero que lo hemos pasado bien, a lo grande en algunos momentos, sobre todo porque es una fiesta que se celebra siempre acompañado de gente, de buena gente la mayoría de las veces, y eso nunca falla.
En fin, que aunque las cosas no sean perfectas por eso no dejan de disfrutarse, y no sé si me estoy explicando bien. Yo creo que sí, que hasta las mejores ferias tienen su tormenta y no pasa nada, pero nada de nada, que hasta viene bien mojarse de vez en cuando. Peor es quedarse en casa hasta que escampe, que entonces puede ser que te pierdas mucho, y con eso creo que ya está todo dicho.
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