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Treinta y cinco mujeres asesinadas por violencia de género en España en lo que llevamos de 2023. Andalucía, con 11 de estas 35 mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas, es una de las comunidades más castigadas por la violencia machista. El de 2023 es el peor verano de toda la serie histórica con 13 asesinadas, tres más que entre junio y agosto del año pasado, cuando aún quedan más de 20 días para que acabe el mes.
Repasar por años el número de las 1.219 mujeres asesinadas deja una débil esperanza: 71 en 2003, 72 en 2004, 57 en 2005, 69 en 2006, 71 en 2007, 76 en 2008, 57 en 2009, 73 en 2010, 62 en 2011, 51 en 2012, 54 en 2013, 55 en 2014, 60 en 2015, 49 en 2016, 50 en 2017, 53 en 2018, 56 en 2019, 50 en 2020, 49 en 2021, 49 en 2022 y 35 en lo que llevamos de 2023.
Hay esperanza porque no han vuelto a alcanzarse los picos terribles de los 71 asesinatos de 2003 y 2007, los 72 de 2004, los 73 de 2010 y los 76 de 2008. Pero es débil porque la línea de descenso, aunque evidente, no se estabiliza, conociendo repuntes tras cada bajada: baste recordar que estamos en el peor verano desde que hay registros, que esta semana han sido asesinadas tres mujeres en 24 horas o que en Pozoblanco una mujer ha sido asesinada y otra apuñalada en 48 horas.
Una esperanza débil, también, porque se multiplican los estudios que advierten del crecimiento entre los adolescentes de los discursos que banalizan la violencia machista, normalizan determinadas conductas sin un discernimiento claro sobre los límites en las relaciones que marcan la diferencia entre la normalidad y la violencia, consideran violencia solo la física y no también la psíquica o creen que el control es una muestra de afecto. Y porque se leen titulares como estos: “Los menores de 18 años son el grupo de edad en el que más crece la violencia machista: más agresores y más víctimas” o “Uno de cada diez jóvenes cree que la violencia machista no existe e incluso justifica algunas agresiones”.
Un reciente informe de Unicef España y la Universidad de Sevilla alertaba de que los adolescentes españoles están cada vez menos preocupados por el machismo. Si en 2019 ocupaba el primer puesto entre sus preocupaciones, dos años más tarde ocupa la decimotercera posición: la incubación del huevo de la serpiente machista. Si no se arranca la raíz, que está en la formación de los niños y adolescentes, esta mortal planta tóxica seguirá creciendo.
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