Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
Notas al margen
La fuga de batas blancas continúa empobreciendo la sanidad pública y Juanma Moreno quiere frenarla como sea. Se marchan los profesionales con más proyección y nos llegan otros sin experiencia. La radiografía no cambia ni con “el mayor presupuesto de la historia”, ni destituyendo a la cúpula de SAS. El presidente parece dispuesto a llegar a las tripas del problema con el bisturí en la mano para “cambiar lo que no funciona”. No la cita expresamente, pero parece referirse, entre otros aspectos del marco laboral, a la bolsa de contratación de personal. Moreno ha anunciado una reforma del modelo organizativo porque el actual no puede adaptarse a un mercado cada vez más competitivo. La bolsa es tan rígida que impide a la Junta igualar las ofertas que reciben los profesionales de otras comunidades. Ni siquiera contempla la especialidad de unos sanitarios muy bien formados, que sí saben valorar lejos de Andalucía. ¿Cuándo se abre la bolsa de larga duración, quién lo decide? Es un misterio para todos y muchos médicos, a los que se renueva con miserables contratos mes a mes durante años, terminan por aburrirse tras no poder acceder a contratos más estables. Salud ya no sabe cómo retenerlos y quiere empezar por flexibilizar el modelo, porque la mayoría pone tierra de por medio. Otros muchos sanitarios, en cambio, acaban en la privada porque su oferta es mucho más atractiva y les resulta muy complicado compatibilizar su labor en las dos áreas como ellos desearían. La sanidad privada juega con cierta ventaja porque paga bien y, como sus mecanismos son más ágiles, si no eres rentable acabas en la calle, lo que la hace más eficiente. El mismo profesional que en un hospital público puede arrancar media hora tarde en el quirófano a la menor excusa, en la privada es puntual como un reloj suizo.
Ajustar las contrataciones a la realidad de cada centro es difícil para los responsables, y en muchos casos recurren a artimañas más o menos legales para atraer a los mejores perfiles, con permiso de los sindicatos, que no quieren que se favorezca el enchufismo. Hoy las vacantes sólo pueden ser para los candidatos con más puntos, sin tener en cuenta su formación, lo que conduce en ocasiones a disponer del especialista que no necesitas. Es como pedir un fontanero y que te envíen un carpintero a casa. Pagas el doble y la tubería sigue atascada. La bolsa se diseñó antaño y cuando sobraban profesionales. Si uno no aceptaba un contrato de un mes, había treinta esperando. Ahora la situación es la contraria. Faltan médicos y el SAS sólo ofrece estabilidad donde nadie quiere ir. Cuando Moreno aplique su reforma, quedará lo más difícil: explicar a los andaluces que la Sanidad no es gratis. La pagamos entre todos y la demanda es infinita. Pedimos una ambulancia para trasladar a un familiar con un catarro y no vemos que puede hacer falta en caso de accidente grave. ¿Pero quién le dice la verdad al contribuyente?
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