Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Su propio afán
Me encanta aplaudir las declaraciones o las medidas o las decisiones de los que no están en mis coordenadas ideológicas. La firmeza en nuestros principios no puede convertirse en ceguera. Así que con gusto aplaudo la decisión de Joe Biden de retirarse de la carrera electoral. No estaba para carreras el hombre. Y era un dolor verle expuesto de esa manera. Él y su entorno han tenido piedad de él y de los que lo contemplábamos con un pellizco en el estómago.
Queda la duda de si se hubiese retirado estando igual de mal, si eso no hubiese empezado a afectar gravemente a las expectativas de voto, como ya estaban recogiendo unas alarmantes encuestas, disparadas –hacia abajo– tras los disparos a Trump. Es una duda que regalo a beneficio de inventario a la democracia, porque casi mejor que haya sido la amenaza de una deserción de los votantes propios en masa. La democracia se erige como garantía de sentido común, que falta nos hace.
También gana en limpieza. Con el estado de Biden, parecía muy poco probable que pudiese acabar su segundo mandato, de ganar. Ni siquiera de empezarlo. Postulando a su vicepresidente Kamala Harris no hace sino poner ante el electorado lo que, antes o después, más bien antes, se habrían encontrado en la presidencia de Estados Unidos por sustitución forzosa. Ahora, al menos, lo podrán votar o no.
Será un voto interesante, porque Biden funcionaba como cobertura de cierto tradicionalismo del Partido Demócrata, siendo un católico nominal, y un hombre de la vieja –viejísima– guardia. Luego, las políticas eran las woke que ahora postulará por derecho Harris. Será interesante ver si ese mensaje, sin la pantalla o distracción o trampantojo que significaba Biden, cala en su electorado. También en esto gana la democracia, pues el voto irá (o no) directamente a la ideología que regirá luego la presidencia.
Todos los indicadores económicos, sociales, de popularidad y de política internacional hacen pensar que la presidencia de Joe Biden no pasará a los anales de la historia estadounidense como exitosa. Eso lo dirá la historia. Pero su paso atrás, además de imprescindible y muy empujado desde dentro, ha sido oportuno desde todos los puntos de vista. Saldrán las teorías conspiranoicas de rigor, pero tampoco quedaba otro remedio. Le deseamos al presidente que estos meses en el poder que le quedan se le pasen rápido y que disfrute después de un relajado descanso.
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