Jesús Cabrera

La ley Sinde

El fuste

03 de diciembre 2011 - 01:00

CUANDO comenzó a hablarse de la ley Sinde, quienes se opusieron a ella recibieron los más duros calificativos desde quienes defendían unas férreas posturas presuntamente avanzadas, por no decir progresistas, que no admitían el más mínimo margen para la negociación. El Gobierno cometió el error de ponerse del lado de quienes mantenían un concepto decimonónico de la propiedad intelectual y no hacer siquiera el intento de escuchar a quienes proponían que los derechos de autor debían adaptarse al siglo XXI. Vano intento. Al final todos acabamos siendo delincuentes en potencia al pagar por narices un canon por si se nos ocurría piratear algo. Mucho morro, ¿no? La aparición en escena de Álex de la Iglesia y su saulina conversión a la causa de los internautas agitó las conciencias de más de uno al comprobar que los buenos oficiales no eran tan buenos y que los malos cada vez eran menos. Las redes sociales, que son la herramienta del futuro, son las triunfadoras en esta batalla donde la fractura social ha llegado hasta el mismísimo Gobierno. Cuentan que la pelea de ayer en el seno del Consejo de Ministros es de las que hacen época. Por lo menos ha hecho historia, ya que el reglamento de la ley Sinde quedó sobre la mesa para mayor vergüenza de la ministra de Cultura. Qué pena que este baldón quede para la posteridad como símbolo de un empecinamiento que ningún Gobierno debe practicar.

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