¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
Los afanes
La claridad del cielo durante el día presagia voluntades. Una luz transparente nos acompaña cuando salimos de casa. Es la luz de la decepción. Andamos todos imaginando y creando para poder salir adelante y los de siempre, los mismos, no dejan de obstaculizar nuestras acciones, nuestros actos, nuestros propios pensamientos. Se han empeñado en oscurecer, con nubarrones negros, todos nuestros principios. Pero los principios, aquellos que son sólidos, permanecerán por los siglos de los siglos.
Los políticos ocultan la realidad para seguir siendo políticos. Y lo hacen con maldad, aprovechando nuestra decepción. Los políticos son el mal de nuestra sociedad, incluso podemos afirmar que han sido, y son, el mal de la humanidad. No hay que irse muy lejos. Nuestro país es un ejemplo claro. Lo de la Fiscalía es de vergüenza. Eso de no investigar ni la caja B de Podemos, ni el 8-M, ni siquiera la gestión de la pandemia, nos recorta libertades, pero nos las recorta a nosotros. Ellos ya han asegurado con Dolores Delgado su propia indemnidad. Otro aspecto deleznable es la gestión del inicio del Curso. Y está claro que nada les importa que aprendamos. En junio de 1905 Rainer Maria Rilke envió una carta a la Asociación para la Reforma Escolar de Bremen, en ella escribía: "Una serie de errores indecibles ha convertido a la escuela en su contrario: cada vez más vida y realidad han sido expulsadas de ella. La escuela estaba destinada a ser escuela, y la vida era algo completamente diferente. Llegaría más tarde, después de la escuela, y debería ser para adultos. (Como si los niños no estuvieran vivos, no en la mitad de la vida). Debido a esta restricción irrazonable y antinatural, la escuela murió. Todo su contenido, porque carecía del movimiento de la vida, se ha congelado en fríos terrones. Solo así era posible creer que todo, incluso lo más silencioso, lo más fino, lo más fugaz, podía tratarse y regalarse como un objeto compacto". Seguimos inmersos en los mismos errores. Nadie desea solucionarlos. Calladitos, con bozal y a destruir el conocimiento. Esa es su máxima. En la misma carta de Rilke, finaliza: "A partir de este momento, toda la lección debe cambiar: en lugar de la superioridad que aleja al maestro de los niños, hay una nueva combinación y unidad. Porque ante lo eterno y lo inexpresable ni el conocedor ni el dador, sino que ambas partes, en lo que concierne al mayor, son humildes y reciben, esa es su similitud a tamaño natural y su trabajo conjunto". Al menos debería ser así. ¿No creen ustedes? Algún día llegará la verdadera luz transparente.
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