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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
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Las noticias que llegan desde Gaza, Beirut e Israel, donde unos y otros sólo creen posible acabar con los problemas aniquilando a quienes no son como ellos; los enfrentamientos entre partidarios y contrincantes de los distintos gobiernos, en los que los argumentos apenas se oyen, mientras las voces cada vez suenan más altas; la corrupción que continua en plena forma mientras los encargados de solucionarla repiten el “Y tú más” ; la sensación de que el mundo está ante una posible tercera Guerra Mundial ; ver a los jóvenes desmotivados por la falta de oportunidades; el ascenso de las ideas ultras; la tragedia de los cayucos son algunas de las muchas razones que invitan al pesimismo sobre el futuro más cercano. Este mundo parece hecho para los machos alfa tipo Trump, Putin o Maduro, y en él cada vez hay menos lugar para la sensatez, la concordia y el respeto a los otros. El Planeta hierve, pero no de ilusiones y esperanza, sino de cabreo y desesperación. Y sin embargo hay razones para el optimismo. Las innovaciones tecnológicas, los avances en la medicina y un creciente sentido de responsabilidad global nos ofrecen una visión esperanzadora de lo que está por venir.
La inteligencia artificial no solo está mejorando la eficiencia, sino que también está abriendo nuevas oportunidades para la creatividad y la innovación. Los algoritmos de aprendizaje automático están ayudando a descubrir nuevos medicamentos y tratamientos; la energía solar y eólica se están volviendo más accesibles y eficientes, lo que nos acerca a un futuro donde la dependencia de los combustibles fósiles será cosa del pasado.
Pero lo más importante en que nuestros jóvenes están más comprometidos que nunca con causas como el cambio climático, la justicia social y la igualdad de género. Este activismo juvenil está impulsando cambios significativos en políticas y prácticas a nivel mundial. El futuro presenta desafíos y oportunidades, pero nunca los humanos hemos estado tan bien equipados para poder construir un mundo mejor. La clave pasa por mantener una actitud optimista para juntos aprovechar las oportunidades y construir un futuro inclusivo y sostenible para todos. El mañana no será perfecto, pero puede ser mejor si de los jóvenes de hoy depende. No les cubramos de pesimismo con el cinismo propio de los veteranos curtidos en mil batallas. El primer paso consiste en creer que un mundo mejor es posible. Se puede, dejémosles intentarlo. Será nuestra mejor herencia.
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