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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Esta boca es tuya
El recibo de la luz se ha convertido en uno de los misterios insondables del universo. Falta encabezarlo con el latinazgo Lux est umbra Dei: "La luz es la sombra de Dios". Por más atención que pongo me deja absolutamente a oscuras. Me sucede como con las películas de Bergman, los libros de Foster Wallace, la Santísima Trinidad (esa cumbre de la fantaciencia), la inestabilidad del protón o los discursos de Carmen Calvo. Tras repetir varias veces la lectura sólo consigo entender mi nombre. Peaje de acceso, kWh, margen de comercialización, potencia contratada, incentivos a las renovables. La papela es un jeroglífico que supera a la letra chica de los contratos bancarios y parece escrita por Tesla o el joven Einstein. Indigna la carestía de la electricidad en un país que impuso un impuesto al sol y dificultó el autoabastecimiento energético. Y cunde la sospecha de que la redacción criptográfica responde a una estrategia basada en el prestigio de lo incomprensible, está diseñada para disparar el beneficio de las grandes compañías dotadas de amplias puertas giratorias. ¡En cualquier otro país saltarían chispas! El Gobierno debe evitar que, en vez de la factura, nos envíen un enigma. Pagaríamos el mismo pastizal. Pero nos ahorrarían la humillación de sentir que tenemos menos luces que un barco pirata.
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