Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
La ciudad y los días
Síntesis de titulares: “Detenido un pederasta que violó a su bebé de 5 meses y se la ofreció a otros hombres para tener sexo. Tenía antecedentes por distribuir pornografía infantil por internet. La madre también está acusada de intercambiar pornografía infantil con su pareja. El contenido del móvil del padre horrorizaba hasta a otros pedófilos”. En algunos medios se le ha llamado monstruo. Es un error. Aunque se le pueda aplicar en la quinta acepción de la palabra, “persona muy cruel y perversa”, tiene una cierta carga exculpatoria o defensiva que se deja permear por la segunda acepción, “ser fantástico que causa espanto”.
Porque repugna a la razón aceptar que estos comportamientos forman parte de la naturaleza humana. Es menos perturbador considerar un monstruo a los asesinos más crueles o a los pederastas más repugnantes: los expulsa del colectivo humano. “Es un monstruo”. Y ya está. No es humano. Un ser humano no puede hacer esto. Pero desgraciadamente lo es, como usted y como yo. Y los seres humanos somos capaces de hacer esto. Por eso existe la Corte Penal Internacional, para investigar y procesar los crímenes de genocidio, de guerra y de lesa humanidad, considerados un agravio para la humanidad en su conjunto. Por eso existen la policía, las leyes y los tribunales. Por eso –también– creo firmemente en la existencia del infierno.
Hitler no era un monstruo, los guardias que aplastaban los cráneos de los bebés en los campos de exterminio no eran monstruos. Eran seres humanos. “La Shoá fue única en la historia –dijo Simone Weil–, pero el veneno del racismo, el antisemitismo, el rechazo del Otro y el odio han sido amenazas diarias siempre”. Los pederastas, incluso en casos tan límites como este, no son monstruos. Son seres humanos. Y su veneno es una amenaza diaria desde siempre.
Admirable el trabajo de la policía que le seguía la pista desde que tras su detención en 2021 fue puesto en libertad, redoblando su vigilancia al saber que a mediados de 2022 había sido padre hasta, volviendo a detenerle en diciembre, requisándole el móvil y analizándolo durante meses hasta dar con dos vídeos ocultos en los abusaba del bebé y lo ofrecía a otros pederastas. Espero que la justicia esté a la altura de la policía y sea todo lo dura que la ley le permita ser, aunque por desgracia este caso no entra dentro de los castigados con prisión permanente revisable. Lo que quizás debería corregirse.
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