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No acierto a discernir si Luis Salvador es un tránsfuga. Verán, fue senador socialista, se pasó a Ciudadanos y ahora recorre el camino en sentido contrario, bueno está como en medio; no sé si es como la doble negación, una afirmación. En cualquier caso, no está bonito. Luis Salvador fue alcalde de Granada hasta el jueves pasado, el tremendo error de la dirección nacional del PP le ha dado el Ayuntamiento a los socialistas, Génova ha hecho el ridículo, pero Ciudadanos ha muerto en Granada. Todos los concejales naranjas se han ido del partido o está en vísperas de ser expulsados, pero unos se han aproximado al PP y otros, al PSOE. Arrimadas se ha quedado sin los gobiernos de Murcia y Madrid, con una representación menguada en Cataluña y sin su Alcaldía más importante. Se desmorona, como en su día le ocurrió a la UCD, Telediario a Telediario se extingue de los territorios, le quedan pocos.
Juan Espadas ha sido como el niño recién llegado, ha venido con el pan de Granada bajo el brazo. El PSOE tiene ahora cuatro alcaldías de las ocho capitales andaluzas, y ésta última le ha caído como el regalo de los bebés, del cielo, por incapacidad de Génova y dejadez de San Telmo. O de San Fernando, que es donde habita la dirección andaluza del PP, nunca unos dirigentes que mandaron en la Junta de Andalucía fueron tan indolentes con las cosas de su partido. Es como si sólo le importase lo que ocurre en Málaga. Sevilla, incendiada; Granada, perdida, y en Huelva, casi ni existen. ¿Esto es un partido de Gobierno? Parece Ciudadanos.
Hay quien sostiene que el Gobierno andaluz no se verá afectado por la crisis de Granada; vamos a ver, no se va a romper, pero el deterioro de la autoridad ha sido evidente. Ahora será casi imposible detener la desbandada de cargos y agrupaciones de Ciudadanos hacia el PP, y eso sí que va a ser un problema complicado de gestionar desde unas direcciones que ocupan el puesto número uno y número dos del Gobierno de la Junta. La zona de mayor riesgo es el grupo parlamentario, los consejeros o son independientes o seguirán la estrategia de Juan Marín para cuando llegue el momento, pero en la Cámara andaluza hay inquietud, se oyen cantos de sirena, ofertas y preguntas. Si Fran Hervías, el urdidor del fracaso granadino, termina por meter sus manos en el grupo parlamentario, es posible todo, incluso que Juan Espadas fuese el beneficiario. No será así, es demasiado improbable, aunque no imposible. Pero esta intranquilidad le vendría bien al argumento general de Juanma Moreno para adelantar las elecciones, ya tiene todos los mimbres, proyectos y razones.
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