Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Quousque tandem
Todos somos conscientes de que hay gente muy aburrida. De todo ha de haber en la viña del Señor y cada uno elige como quiere pasar la vida y por la vida. O al menos, lo intenta. Pero a quien más cuesta asimilar es al pelma que además, se muestra en todo su esplendor nada más darle los buenos días. Porque en estos casos, el pelma es además de triste, melancólico. En el profundo sentido de no encontrar gusto ni diversión en nada. Sea lo que sea, todo le parece mal. Y no hay pelma más insufrible que aquel que se dedica a proclamar a los cuatro vientos que detesta la Navidad. Como si al resto de la Humanidad le interesaran sus cuitas cuando anda tan feliz estas semanas disfrutando de las luces, los belenes, los villancicos, las cenas familiares, las reuniones de amigos y hasta las de empresa, todas con su discusión incluida si es menester para mantener nuestra arraigada tradición.
De un tiempo a esta parte, y es muy recurrente en cierta prensa y sobre todo en redes sociales, el pelma navideño, además de abominar del consumismo, la Lotería y los cotillones, ha sublimado en intelectual de guardarropía y no para de pontificar y recordarnos lo que de siempre, sabemos todos. Pero él, desde su complejo de superioridad trufado de ateísmo y supuesta racionalidad, insiste en convencernos de que la Navidad y todo lo que la rodea no es más que una apropiación cultural interesada porque antes de Cristo y del cristianismo ya se celebraban ritos por estas fechas. Que si el solsticio de invierno, que si el nacimiento del Sol invicto, que si las Saturnales romanas, que si… Que muy bien y muchas gracias, pero que yo me voy a la Cabalgata de Reyes.
Y eso ya es como mentarles la bicha. Porque ahora les ha dado por los Reyes Magos. Están los de la polémica con que si se pinta a Baltasar o tiene que encarnarlo alguien negro, los del despilfarro consumista y luego ya, los peores, los que te vienen con que mentir de ese modo a los niños es una crueldad irracional porque, según leí el otro día, les hace desconfiar. Y no sé de quién, porque una de las cosas que más le agradeces a tus padres cuando ya van cayendo las hojas del calendario son aquellas intensas y emocionantes Noches de Reyes en las que te hicieron soñar, disfrutar y vivir momentos únicos. Pues, al fin y al cabo, los Reyes Magos representan la emoción, la inocencia, la ilusión, la bondad, la alegría… Todo lo necesario para hacer el mundo mejor.
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Gracias, Errejón