Luis Chacón

El pesimismo insufrible

Quousque tandem

En contra de lo que muchos puedan pensar, el optimismo no es una mera actitud pasiva ante la vida

29 de enero 2024 - 00:15

Decía Churchill que era optimista porque no le parecía inteligente ser otra cosa. Y también, en otra frase muy conocida, que mientras un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista sólo ve una calamidad ante cada oportunidad que se le presenta. Y es así porque en contra de lo que muchos puedan pensar, el optimismo no es una mera actitud pasiva ante la vida. No es fruto de una ilusión pueril de que todo cambie por sí mismo o gracias a una mano oculta e invisible que vela por nosotros. El optimismo es ánimo, entusiasmo, esperanza, jovialidad y humor. Sobre todo, humor. La vida hay que tomarla con humor porque si lo primero que hacemos tras nacer es llorar, siempre resulta conveniente conocer otras formas de afrontar lo que viene. Y como escribió Jardiel Poncela, los salvajes no saben reírse.

Lo cierto es que ante una adversidad, el optimista no toma una actitud pasiva, actúa. Centra sus esfuerzos en avanzar hacia su objetivo. Como Churchill, sabe que el camino estará lleno de sangre, lágrimas, esfuerzo y sudor, pero confía en que su determinación será recompensada pues el éxito sólo se consigue superando los fracasos. El pesimista, como Chamberlain, desanimado, se entrega al derrotismo, se rinde sin presentar batalla porque cree que no hay posibilidad de ganar y se conforma con agitar al viento un papel que sabe, en el fondo de su corazón, que la otra parte no va a cumplir nunca. El pesimista, igual que los profetas que solo anuncian calamidades, espera que el fin del mundo llegue de un momento a otro. Y como eso ocurrirá algún día, se deja llevar por los acontecimientos. De ahí, quizá, aquella repetida boutade de que un pesimista sólo es un optimista bien informado.

Llama la atención que justo ahora, cuando la Humanidad vive sin lugar a dudas el mejor momento de toda su historia, sea el pesimismo quien se ha apoderado del sentir general. Convivimos en medio de cierta desesperanza social llena de miedos e incertidumbres. Y lo peor de todo es que la mayoría se siente amenazada por el futuro en lugar de ver la oportunidad de construirlo para mejorar aún más. ¿Hay dificultades? Por supuesto. Nos enfrentamos, como siempre, a nuevos desafíos y problemas diferentes. Pero también lo hacemos desde una experiencia común cada vez mayor y con mejores herramientas que nunca. ¿Por qué tanto miedo al futuro si este siempre será el resultado de lo que construyamos nosotros?

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