Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Dice y, con más razón que un santo, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos , que "somos más pobres de lo que éramos antes del incremento de los precios energéticos". Pues va a ser que sí, aunque siempre están los que ganan más y, en mitad de una situación económica como esta, pues siguen ganando y ganando millones de euros. Pero también están quienes niegan la mayor y sostienen que en España todo es pura felicidad y que aquí no pasa nada.
Lo que aseguró Hernández de Cos en su comparecencia este pasado miércoles en el Congreso de los Diputados pone de manifiesto que hay algo que falla y que Putin, como es evidente, no es el único culpable de la crisis económica de España. Con una inflación desbocada, hay quienes es que ya no es que lleguen a final de mes, es que viven al día. La inflación, según muchos expertos, es capaz de tumbar a un gobierno, sea del color que sea, a pesar de que actualmente se presuma de dar salida a lo social y de no dejar a nadie atrás.
Pero se debería tener en cuenta que una cosa son las palabras grandilocuentes y otra los artistas del lenguaje que son capaces de decir que va fatal y que suene hasta bien. Es más, el penúltimo que he escuchado ha sido el de "cierto consenso generalizado de rechazo" -toma ya- ante una decisión totalmente errónea. Es decir, que una cosa es el discurso y otra la realidad, como la actual inflación, que es un escándalo y casi insoportable.
Y todo esto continua mientras la campaña electoral en Andalucía ha arrancado, después de una precampaña -que no comenzó hace una semana antes, sino mucho antes ante el despliegue y visitas a Córdoba de integrantes de todas las formaciones, para que nos vamos a engañar- en la que los partidos han tomado posiciones y han empezado a loar sus glorias, por una parte, y también a criticar los errores cometidos por los adversarios, además de advertir del cuidado de si gana uno y yo no, que soy el mejor.
Nos quedan un par de semanas de esas tediosas en las que nos inundarán de promesas, del y tu más, de politólogos que lo saben todo, de encuestas de institutos o agencias especializadas y la consabida respuesta de todos los actores del momento de que "la mejor encuesta son las urnas", que realmente, al final, es la verdad, por mucho que se pueda y quiera condicionar el voto.
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