Manolo Fossati

La primera dosis

Yo te digo mi verdad

Esta pandemia y su saturación nos ha convertido en expertos en un virus tan desconocido y en los tratamientos contra él

06 de abril 2021 - 01:53

Me acaban de poner la primera dosis de la vacuna contra el Covid-19. Ha sido rápido, tranquilo, ordenado, amable y sin colas, así que lo primero que se me ocurre hacer es dar las gracias a todo el personal sanitario, empezando por la jefa de enfermería de mi centro de salud, que a las diez de la noche de un Viernes Santo estaba llamándome para darme la cita, al igual que hizo, supongo, con varias decenas o cientos de personas ese mismo día, y seguramente los siguientes.

En cuanto comuniqué a los míos que me iba a vacunar empezaron las preguntas, las dudas y los recelos: "¿Qué vacuna es? ¿la Astrazeneca? ¿No te da miedo? Uf, yo preferiría la fáiser…" Y las afirmaciones categóricas: "Pues yo no me la pienso poner, ¿y si me da un trombo? en Alemania la han prohibido, ésta la están poniendo porque ya que las han comprado, las tienen que gastar…".

Ninguno de estos nubarrones inducidos, sin embargo, ha turbado mi ánimo, y he ido al punto de inyección la mar de tranquilo, a la par que asombrándome de en qué manera esta pandemia y su saturación nos ha convertido en expertos en un virus tan desconocido y en los diferentes tratamientos o remedios que contra él se intentan. Todo el mundo conoce los pros y los contras de una vacuna o de otra, los beneficios y los perjuicios de usar el método basado en la manipulación del ARN antes que el clásico de inocular el virus muerto, o viceversa. Hay quien te asegura categóricamente que va a esperar a que llegue la Sputnik porque es la única segura, o la china, que esos sí que han demostrado saber cómo se combate una enfermedad que empezó allí.

Todo esto me recuerda a los tiempos buenos de Fernando Alonso, cuando medio país de pronto parecía haberse vuelto ingeniero mecánico y te discutía si el piloto asturiano de Fórmula 1 tendría que haber ido a dos o tres paradas durante la carrera, si había fallado en la elección de neumáticos o si la clave de la victoria había estado en la velocidad punta, en la tracción en las curvas o en la utilización sabia del DRS. Me asombraba y divertía cómo algunos criticaban la tardanza de los mecánicos en la parada en boxes cuando yo sabía que no habían cambiado una rueda en su vida.

Pues eso: a esperar la segunda dosis con la misma tranquilidad que pensaba aguardar, para mucho más adelante, la primera. Salud.

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