Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
La esquina
Este hombre no escarmienta. A Alberto Núñez Feijóo me refiero. No es que sea un político sin principios, pero es que los flexibiliza tanto en función de cada coyuntura y los ajusta tanto a su conveniencia del momento que termina por malvenderlos (o, al menos, malalquilarlos). ¡Qué ductilidad la del presidente del PP!
Ya hizo gala de ello después de su resonante triunfo en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Pedro Sánchez le tendió una trampa evidente cuando adelantó las elecciones generales para hacerlas coincidir con las negociaciones para componer los ayuntamientos y los gobiernos regionales. Las negociaciones entre PP y Vox, vamos. Feijóo cayó en esa trampa. No tuvo ninguna posición coherente, dejó hacer a sus barones y alcaldable con hambre de poder y le dio hecha media campaña a Sánchez: o gobierno progresista de coalición o gobierno de PP y Vox. ¿Cuántos votantes moderados y centristas optaron el 23-J por frenar a la ultraderecha? Muchos, creo yo.
Ahora, en vísperas de la amnistía, Feijóo expresa su respeto por Carles Puigdemont, el personaje más tóxico de la política española, primer beneficiario de la amnistía y principal chantajista de Pedro Sánchez en su estrategia para la investidura. ¿Respeto por el prófugo que puso en jaque a la democracia española y está a punto de que la democracia española le pida perdón por defenderse? Vamos, anda. Dice que es que Puigdemont, a diferencia de otros, no miente ni oculta sus reivindicaciones y planteamientos. Vale, pero dichas reivindicaciones y planteamientos se resumen en separar a Cataluña de España y castigar a aquellos catalanes que se sienten también españoles. ¿Qué tiene eso de respetable? Los manifestantes de estos días gritan “¡Puigdemont a prisión!” y Feijóo pregona su respeto al fugitivo. Por decir la verdad.
Supongo que esto lo hace el líder popular preparando la etapa posinvestidura, tratando de mermar durante la legislatura los apoyos a Sánchez en sus facciones más conservadoras (Junts y PNV), quizás soñando con una moción de censura o un cambio de alianzas en las siguientes elecciones. Pero, si es así, volvemos a lo mismo: se aplican los principios más firmes, como el antinacionalismo, con extraordinaria flexibilidad. Con oportunismo.
También es coyunturalismo la operación puesta en marcha por Feijóo para defenestrar al líder del PP catalán.
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Gracias, Errejón