Francisco J. Domínguez

Una promesa electoral

la pica en flandes

14 de agosto 2011 - 01:00

LLEVAMOS unos días de infarto por el Ibex 35. Sus números no cuadran y difuminan la luz del final del túnel de la que muchos hablan pero de la que pocos dan testimonio fidedigno. La situación de la bolsa y de los mercados internacionales roban los titulares y el protagonismo a los que de verdad sufren la crisis, a quienes han perdido el empleo, a quienes esperan que un ayuntamiento les pague la factura salvadora, a quienes padecen los inconvenientes de la morosidad. Poco antes de ser designado candidato, Rubalcaba señaló que tenía la receta para crear empleo y alejar el fantasma del paro que afecta a muchas familias. Desde el PP le respondieron que si tenía la receta, debería aplicarla el gobierno del que era vicepresidente. Pero ésta no es la clave. Ni Rubalcaba tiene la receta, ni el PP tampoco, al menos de momento no la han mostrado a las claras; porque hace falta una cambio radical y urgente en la gestión de algunos asuntos fundamentales para que la economía de las familias y de muchas pymes empiece a funcionar sin tener en cuenta ni a los bancos ni a los mercados internacionales. Microeconomía pura.

La práctica de la que hablo debería suponer la regularización de los pagos a las empresas y a los autónomos por parte de administraciones como la Junta, que adeuda cantidades ingentes a firmas que se ven abocadas a la quiebra. Es necesaria una remodelación de la Justicia en el apartado de la morosidad. Las normas actuales son demasiado garantistas para el que deja de pagar y ello afecta a quienes se encuentran con que su cliente no les retira las deudas porque se declara insolvente a la primera de cambio y con su patrimonio a buen recaudo. Los alzamientos de bienes son quimeras hoy. Para ello es vital una agilización de la justicia en el aspecto mercantil, pues cuando muchos pleitos se resuelven el afectado ya se ha arruinado. Eso sin hablar de la rebaja de la excesiva burocracia que se exige a cualquier emprendedor. Todo esto está en manos de la política, que se resguarda detrás de los grandes números y de los mercados internacionales y no afronta los problemas desde una raíz vital: la del ciudadano honrado. Hay ruinas que afectan a los pequeños empresarios y que en aspectos como la insolvencia se solventarían con la aplicación ágil de las leyes, que mejorarían el leiv motiv de una economía como la española, agobiada por los grandes números. El problema es que todo ello se agrava por la ineficacia de las administraciones. Es una especie de vuelva usted mañana en versión siglo XXI que se debe corregir con urgencia, antes de que los que quedan vivos mueran por inanición. Esto sería una buena promesa electoral. Pueden ir empezando a redactarla.

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