Rebeldes en el instituto

Envío

27 de marzo 2025 - 03:08

Pocas cosas más tristes que ver confirmados nuestros prejuicios. Como tantos profesores universitarios, y a pesar de las numerosas excepciones de estupendos docentes y personas, tengo una opinión bastante pobre de los colegas de instituto. Para ello me basta con ver los “productos” que año tras años nos envían a las aulas, prácticamente hueros de conocimientos elementales, pero, eso sí, conformados en la más rigurosa observancia de todos los topicazos posmodernos y correctos. Los chicos suelen ser reflejo de sus maestros.

Pero hay esperanza. Hace unos días El País publicaba un sesudo reportaje con este llamativo título: “Están en contra del feminismo y hablan bien de Franco: los profesores luchan contra la ola de extrema derecha de sus alumnos”. Entre divertido y pasmado leí ahí que la profesora de Filosofía en Miguelturra, Alicia López, se apresta a contrarrestar en clase, con toda la turra consabida, la temible ola, “pues tanto Franco como Vox son palabras que han incluido en su vocabulario cotidiano”. Jordi Cano, profesor de Música en Lérida, ante el mismo fenómeno, animó a sus alumnos a que le pasasen las listas de sus influencers favoritos para así detectar sus desviaciones a favor de lo que llama el “macho testosterónico”. Una tal Cañete, a la que pagan como profesora de Historia de España en el Instituto Tiempos Modernos (¡no es cachondeo!) de Zaragoza, combate la ola machacando con “la dictadura, los campos de concentración, la represión, todo”, pero admite enormes dificultades porque a los chicos, desgraciadamente, “les llegan otros discursos”. Finalmente, el maestro asturiano Ejarque, el más divertido y enternecedor, confiesa que “estamos ante un tsunami” y se muestra desconsolado porque sus dos hijos, de 14 años, le han salido ranas. Hasta ahí llegué.

Pues sí, este el panorama al que tienen que enfrentarse, día tras día, sin escapatoria posible, cientos de miles de chicos, criminalizados en sus colegios e institutos por no unirse al rebaño, cosa que, nos dice El País, sí hacen mucho más gustosamente ellas, siempre más ladinas y perspicaces (no voy a ser yo el único que no sucumba a los tópicos). Jóvenes de España, este viejo profesor que desde hace cincuenta años ha visto crecer el verdadero tsunami de estupidez e ideología que ha anegado a la educación, os manda su solidaridad. Y un consejo: hacedle la peseta al comisario, que no profesor, en cuanto os dé la espalda.

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