Retorno de Páramo

Entre las tradiciones periodísticas más justificadas en estos días figura redactar una lista personal de lecturas recomendadas, elegida entre los libros publicados durante el año. Una costumbre necesaria desde que la mayor parte de las librerías llenan sus mesas de novedades ateniéndose a un solo criterio tan insulso como artificial: el de libros más vendidos. Ha habido que resignarse a que los escaparates de las librerías expongan, siempre y en todas partes, los mismos títulos. Por ello, esas recomendaciones, a veces acompañadas de certeros comentarios aclaratorios, cumplen su misión y justifican la existencia de un periodismo atento ante un vacío cultural cada vez mayor. Vacío que, en el caso de Andalucía, se amplía año tras año. Si se exceptúan las páginas dominicales del grupo editor de este periódico, apenas hay forma de estar al día de los libros de materia andaluza que se publican. Si existiera cuando menos un modesto boletín que difundiera las obras de cuestiones andaluzas publicadas en el trimestre o en el año, se podría saber si el deseo expuesto por el Presidente de la Junta de proteger el habla andaluza se ha visto acompañado de algún gesto paralelo significativo: como podría ser, por ejemplo, una iniciativa (desde algunos de sus organismos oficiales) para fomentar la publicación y lectura del autor que más pretendió adoptar ese habla andaluza a la literatura de creación: José López Pinillos, Pármeno. Un dramaturgo, novelista y periodista que, como tantos otros escritores andaluces contemporáneos, debió trasladarse para sobrevivir profesionalmente a Madrid, sin dejar por ello de recurrir a los conflictos sociales de su tierra nativa para elaborar sus obras. Y que utilizó –con un empeño no igualado por ningún otro autor– el habla andaluza de sus personajes para darle mayor vida a sus argumentos. Aunque de una generación anterior a Chaves Nogales (había nacido en 1875), los emparenta sus ideas políticas reformistas y los distancia la dedicación teatral de Pármeno, con la que alcanzó gran celebridad, y su labor novelística, con dos títulos, Las águilas y Doña Mesalina, muy difundidos y reeditados hasta finales del siglo pasado (Alianza y Turner). Tras la justificada recuperación de Chaves Nogales, aguarda el retorno de este de otro prosista, Pármeno, que también lo merece, aunque no sea poeta (género que en Andalucía abre la puerta de los reconocimientos). Además, su lectura permitirá comprobar, cómo funciona por escrito ese habla andaluza que el Presidente ha puesto bajo su protección.