
La esquina
José Aguilar
Sánchez ignora al Parlamento
La esquina
De vez en cuando Pedro Sánchez rompe con la simulación, se quita la máscara y se sincera ante todo el mundo. Como cuando abrió la legislatura prometiendo construir un muro fuera del cual arrojó a la mitad de los españoles y al partido que le había ganado las elecciones. Y lo hizo.
Ahora está demostrando que se toma muy en serio otra de sus verdades insólitas: su firme voluntad –comité federal del PSOE de septiembre pasado– de gobernar sin el Poder Legislativo, “que debería ser más constructivo y menos restrictivo”. ¿Qué gobernante demócrata es capaz de anunciar que gobernará de espaldas al Parlamento y se atreve a exigir que el órgano que encarna la soberanía popular sea constructivo y no supervise al Ejecutivo como manda la Constitución (“controla la acción de gobierno”, dice la nuestra en su artículo 66)?
Lo está cumpliendo a rajatabla. Lleva un año largo sin comparecer en el Senado, la Cámara Alta de las Cortes Generales, una institución del Estado que ahora le repele porque en ella el PP tiene mayoría absoluta. En los últimos seis meses ha faltado a la mitad de las famosas y broncas sesiones de control del Congreso de los Diputados. Se salta por tercer año consecutivo la presentación de Presupuestos Generales del Estado, que no es un capricho ni una posibilidad opcional, sino otra obligación constitucional. Convoca a todos los partidos con representación parlamentaria, menos al tercero en número de votos y escaños. Qué respeto a las instituciones.
Ahora acaba de recibir, después de quince meses de ninguneo e intercambio de insultos, al líder de la oposición para suplantar con una charleta de café el imprescindible debate parlamentario sobre la posición de España en el tablero internacional y sus compromisos con la paz, la seguridad de Europa, la crisis de Trump, etcétera. Casi nada... Todo para hacer lo imposible a fin de que no se evidencia en el Congreso que su mayoría de la investidura, siempre en tenguerengue, se ha esfumado en el momento más delicado, cuando tiene que afrontar el problema más grave al que se ha enfrentado el país, y que su única posibilidad de honrar el compromiso adquirido con Europa de aumentar el gasto militar es contando con los diputados y senadores del Partido Popular.
Es lo último que querría: sus socios y amigos votando no y el despreciado Feijóo salvándole la cara por sentido de Estado.
También te puede interesar
La esquina
José Aguilar
Sánchez ignora al Parlamento
La ciudad y los días
Carlos Colón
Tontos del bote y de Harvard
Por montera
Mariló Montero
La última víctima
En tránsito
Eduardo Jordá
La vida