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Tenemos la gran suerte de poder acceder de forma gratuita a una vacuna que nos librará de sufrir la enfermedad del covid-19, que tantas vidas se está llevando por delante y tantas secuelas está dejando en personas que no formaban parte de la población de riesgo ni tenían patologías crónicas. Tenemos una suerte que no todos los ciudadanos del mundo tienen, pero aún así, parte de nosotros, de esta sociedad en la que vivimos, no sabe apreciarlo. Después de las vicisitudes que ha habido con la vacuna de Astrazeneca es normal tener miedo, pero cada uno tiene que encargarse de buscar información fiable y contrastada sobre por qué este revuelo (si hay intereses económicos de otras farmacéuticas, por ejemplo), si con el resto de vacunas también ocurren efectos secundarios y de qué tipo, y qué probabilidad hay de que te ocurra a ti. Hay más posibilidad de que nos toque la lotería a que nos dé un trombo. Y eso no lo digo yo, sino los científicos, que son los que saben de este tema. ¿Habéis leído el prospecto de cualquier píldora anticonceptiva? ¿De cualquier antibiótico, aunque sea para una faringitis? ¿De la heparina que cada día se inyectan miles de pacientes en España? Se ve que mucha gente no tiene ni idea.
Me da pena a la vez que rabia que personas que temen por el puesto de trabajo de cualquier familiar o por el suyo propio, o por que sus padres no se contagien, aseguren tajantemente que ellas no se van a vacunar porque estas vacunas contra el covid-19 no han seguido los mismos procesos de evaluación que las otras que ya existen. Ahora los inmunólogos y virólogos surgen como las setas en cualquier salón o grupo de Whatsapp. Hablar desde el desconocimiento o desde lo que has leído en un mensaje reenviado en cadena y hacer tuyo ese discurso montándote teorías locas hoy en día se llama cuñadismo y, por desgracia, es un fenómeno muy asentado incluso en gente joven.
Si queremos superar esta pandemia, comenzar a salir de esta crisis que se está llevando por delante millones de empleos y de vidas, no queda otra que vacunarse y fiarse de la ciencia que es la que, al fin y al cabo, hace avanzar al mundo. Tenemos suerte de poder inmunizarnos, sea con Pfizer, Moderna, Astrazeneca, Janssen y las que quedan por venir (espero que pronto). No la desperdiciemos y, sobre todo, seamos inteligentes.
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