Por montera
Mariló Montero
Los tickets
Por montera
Que levante la mano quien esté a favor o en contra de los tickets. Sí, esos endebles papelitos que vomita el datáfono y entregan en mano cuando pagas un objeto que se sumerge después en el remolino de otros cartones y bolsas de plástico cuyo destino está abocado a pudrirse en el vertedero. Los tickets, quién lo iba a decir en la era de la Inteligencia Artificial, son el carnet de identidad sin el cual puede vivir ni un solo electrodoméstico, ni un solo vestido o corbata, ni rímel o gafas de lectura. En esos endebles papelitos alargados están todos nuestros derechos, y los de la nevera. No he debatido con nadie de mi entorno sobre el valor de los tickets. Quizá sea buen tema de conversación para el cuñado esta Navidad. A lo sumo compruebas que todo esté correcto en el momento de recogida y luego, ¿para qué se necesitan los tickets? Habrá gente friki que los guarde. O, quizá sea yo la friki por no meterlos en una carpeta en el despacho al lado de los papeles de la Agencia Tributaria. Sí he de decir que las garantías me ocupan un destacable espacio: esos libritos, que parecen malas fotocopias donde explican los detalles de su uso en veintiún idiomas, y que ya traen su QR desde que somos más modernos digitales. Lo que no es de recibo, que no de ticket, es que sin ese endeble papelito que va desdibujando su tinta con el paso de los meses y no digamos años, dependa de que la garantía sea efectiva o inútil de necesidad. Si pierdes el ticket, el centro de planchado ya deja de tener derechos por muy joven que éste sea. Por lo que el arreglo ha de ser apoquinado a tocateja. Revuelves armarios, buscas desesperada entre mil papeles porque no fuiste lo suficientemente precavida como para grapar ese ticket junto a los libritos de la políglota garantía. Hay firmas que obligan a conservar las cajas de los ordenadores, de las televisiones, por si acaso, algún día, que llegará sí o sí, requiere de un apaño. ¿Creen que en nuestras casas hay almacenes del tamaño del El Corte inglés? Y, ¿de qué sirven los QR que en una emergencia únicamente derivan, en el mejor de los casos, a poder realizar agónicas preguntas a un apático chat digital donde nunca resuelven nada? Ahora que veo manos levantadas, alzo también la mía, para ir en contra de, no en contra de la existencia de los tickets, sino de que los derechos para los arreglos de mi centro de planchado no dependan de un endeble y efímero papelito. Por favor: pedimos solución inteligente. La vida no puede depender de la precariedad de un ticket. Pero, esté a favor o en contra, mientras tanto, no los pierda de vista y póngales un trono en casa.
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