Confabulario
Manuel Gregorio González
V aleriana
Crónica personal
F ELIPE González confesó que en julio había votado al PSOE aunque le costó, pero advirtió que era su partido y que no votaría a otro. Después ha hecho declaraciones en una línea que hacía pensar que la abstención podía formar parte de las opciones a las que daba vueltas, visto en qué ciénaga se movía Pedro Sánchez, y cómo avanzaba en la aceptación de las exigencias y chantajes que le presentaban sus socios. El día de la jura de la Princesa de Asturias, el ex presidente pronunció una frase que dejó atónitos a los periodistas que le rodeaban. Le preguntaron si él se habría entrevistado con Puigdemont, como hizo el secretario de Organización del PSOE Santos Cerdán, y la respuesta fue tan inmediata que recordaba los movimientos reflejos: “¿Por quién me tomas?”.
No se puede mostrar más desacuerdo a la forma en que Pedro Sánchez busca los siete votos que necesita para gobernar, que esa frase.
Bien por Felipe González. Aunque su gesto no tendrá repercusión en los acuerdos a los que ha llegado Pedro Sánchez con los independentistas y los partidos que les hacen la ola. Pero se agradece que un hombre con la trayectoria de Felipe González exprese ya abiertamente lo que piensa del socialista que ocupa hoy el cargo que él ocupó durante catorce años en los que cambió, para bien, la España que intentaba quitarse de encima las leyes e imposiciones que habían imperado.
Cuando Felipe González pronunció su despectiva frase, aún no se sabía que el acuerdo con Junts y ERC ya estaba hecho, que la amnistía se ampliaba a más personas de las que se había dicho en el primer momento porque Puigdemont quería incluir a más; no se sabía que el nuevo letrado mayor del Congreso, que debe dar el visto bueno al decreto de amnistía acordado entre todas las partes, procedía directamente del gobierno y había asesorado sobre el texto para que pasara el filtro de las Cortes. Ni se sabía que no solo Santos Cerdán, sino dos ministros, Bolaños y María Jesús Montero, se habían entrevistado también con Puigdemont. Montero, evidentemente, para hablar de dineros a Cataluña.
Infinidad de españoles, asustados, decepcionados por un gobierno que negocia lo innegociable con un prófugo de la Justicia, habrían reaccionado de la misma manera que González si les hubieran propuesto verse con Puigdemont. Pero, por desgracia, contamos con un presidente que no tiene límites no ya en su ambición, sino en su falta de moralidad.
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