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Alberto Grimaldi
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El balcón
Tregua papal. Esta vez el presidente americano no se comportó como un psicópata narcisista. Estuvo comedido, vestido de azul cuando todo el mundo iba de negro, con corbata azul de talla discreta en vez de su habitual roja extralarga. Se sentó con las piernas abiertas y la chaqueta desabrochada. Y anduvo distraído durante el funeral de Francisco; Melania le advirtió cuando el “dense la paz” que debía saludar a los cercanos. Y así lo hizo con el Rey Felipe y los presidentes estonio, finlandés y francés.
Su ubicación fue un éxito de protocolo. Estaba previsto que estuviese en segunda fila y consiguió ponerse en primerísima. Para él era primordial. En 2022 se burló de Joe Biden porque lo colocaron en la fila 14 en el funeral de Isabel II. “Es un buen momento para que nuestro presidente conozca a los líderes de ciertos países del Tercer Mundo”, dijo entonces sobre su predecesor, sentenciando que en política y en la vida “la ubicación lo es todo”. (Biden, por cierto, estuvo también ayer en la Plaza de San Pedro, cinco filas detrás de él).
Trump atendió a Zelenski con el mismo espíritu de tregua. Fue un encuentro sereno, muy distinto a la bronca que tuvieron en febrero en el despacho oval. Sin aspavientos ni insultos, sin cámaras ni testigos. Habían hecho un corro con el francés Macron y el británico Starmer. Y se sentaron frente a frente en dos sillas durante quince minutos, junto a una pila bautismal en la primera capilla a la izquierda de la nave, paralela a donde está La Piedad de Miguel Ángel.
El presidente americano llegó a Roma convencido de estar cerca de un acuerdo para Ucrania. Reuters había publicado un documento donde se decía que las cuestiones territoriales se discutirían después de un alto el fuego total e incondicional, y que la base de negociación serían las zonas de control militar. Estados Unidos proponía el reconocimiento oficial como rusas de Crimea y las cuatro provincias parcialmente ocupadas. Hasta ahora Ucrania sostenía que sus líneas rojas eran las cesiones territoriales.
Tras el breve encuentro de ayer, Zelenski escribió en Twitter que había sido una buena reunión muy simbólica, que puede pasar a la historia si se logran resultados. Y subrayaba sus condiciones: “proteger la vida de nuestro pueblo, un alto el fuego total e incondicional, y una paz fiable y duradera que impida que estalle otra guerra”. Pero en su viaje de vuelta Trump mostraba dudas sobre las intenciones de Putin y la voluntad rusa de acabar la guerra. Pensaba que Rusia estaba “dando largas” y amenazó con nuevas sanciones. La tregua papal parecía haberse quedado en Roma.
El confesionario de Trump y Zelenski puede que pase a la historia o no. Lo que sí estaba lleno de historia era el escenario que tenían alrededor. La base de la pila bautismal junto a la que hablaron procede de la tumba del emperador Adriano.
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