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Mariló Montero
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Pues no va a más. El curso escolar ha acabado. Las aulas han cerrado y no volverán a abrirse hasta septiembre. Comienza ahora esa etapa en la que las familias intentarán conciliar eso que llaman la vida en el hogar con la laboral, para quien pueda, y también la de los buenos propósitos para el próximo curso y el examen de conciencia de todo aquello que no se ha hecho bien o que se ha dejado de hacer.
Un curso al que se le ha puesto final esta semana y que comenzó con la prórroga de la pandemia del ejercicio anterior, en el que se han dejado muchos asuntos en el tintero, en el que, además, se han vuelto a poner de manifiesto algunas carencias del sistema, sobre todo al final, con una inesperada ola de calor y que ha dejado constancia de que a eso de la climatización de las clases todavía le queda un buen trecho.
Se cierra, además, un curso en el que otra vez la bajada de la natalidad ha provocado -y provocará- el cierre de nuevas aulas, tanto en la capital como en los municipios de la provincia. Y si, faltan niños en Córdoba, algo que llevamos viendo desde hace demasiado tiempo, lo que se traduce en menos unidades abiertas en lugar de bajar el número de escolares por aulas. No obstante, la ratio de alumnos por clase no es de las más elevadas, pero tanto los sindicatos como las familias se han vuelto a echar a la calle por una situación que consideran injusta y a la que no se pone remedio cuando el otoño demográfico es cada vez más patente y preocupante.
Pero esta no ha sido la única lucha de los sindicatos a lo largo de estos nueve meses lectivos, porque también han hecho especial hincapié en la falta de recursos para el alumnado con necesidades educativas especiales en determinados centros y la excesiva carga burocrática del profesorado, otra de las demandas históricas que en lugar de descender, tal y como denuncian, sigue en aumento.
Por delante quedan unos tres meses para el descanso de los escolares, las vacaciones de verano tan perseguidas y anheladas por todos, pero también un periodo para el que no estaría de mal darle una vuelta a todo el sistema de enseñanza para que de una vez por todas, si es posible, la educación ocupe el lugar y la calidad que se merece. A ver si cuando llegue junio del año que viene las conclusiones son otras.
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