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Históricamente, Reino Unido ha aprovechado episodios de debilidad española para tratar de extender sus derechos sobre Gibraltar, un territorio de ultramar cedido en 1713 por la Corona española a la británica que no incluía muchos de los metros cuadrados que están desde hace décadas detrás de la Verja y que fueron ganados en crisis de salud pública o bélicas. España, en cambio, no ha sabido nunca jugar bien sus bazas, ni siquiera cuando tenía las mejores. Lo vivido esta semana, tras quedar las anotaciones sobre Gibraltar fuera del tratado del Brexit, es un ejemplo más. El Consejo Europeo se celebra hoy con dudas sobre si España ha obtenido alguna concesión para levantar el veto pese a la versión del "triple blindaje" que dio ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.Ni la carta de los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión, ni mucho menos la del embajador británico ante la UE tienen el valor jurídico equiparable al tratado de abandono de la Unión por Reino Unido, ni siquiera al de la Declaración Política que guiará la futura relación de los británicos con los países agrupados en la UE. Está por ver qué contenido y qué forma jurídica tiene la declaración que Sánchez anuncia que harán hoy los 27. Theresa May acrecentó la duda cuando dijo ayer que nada ha cambiado desde el viernes. España logró, bajo mandato del anterior Gobierno, que Bruselas reconociese en la negociación del Brexit que Gibraltar quedaría fuera de lo que se pactase, salvo que tuviese la aquiescencia española, previo acuerdo con Londres. Si la solución final no da garantías, eso se habrá perdido esta semana y la actual diplomacia española, bajo mandato del PSOE, no habrá sabido mantener lo conseguido. Ni siquiera habría hecho valer el argumento que tantas veces esgrimen desde Londres o el Peñón, que hay que respetar la voluntad del pueblo gibraltareño para acordar cualquier cambio de su realidad colonial. De ahí que España ofreciese, con el PP en el Gobierno, la cosoberanía, sabiendo que si Gibraltar quedaba fuera de la UE era una fórmula atractiva para una población que votó masivamente -98%- por quedarse. El tenor literal del tratado que el Consejo Europeo validará hoy deja tan ambigua la situación de la colonia que prácticamente cederíamos a que se tome el Peñón como una parte más de Reino Unido, en vez de lo que es: un territorio de ultramar. Estamos ante 24 horas claves, hasta saber con certeza cómo queda plasmado en los textos y confirmar si hay blindaje o hemos cedido.
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