Editorial
Un mayor esfuerzo en gasto de defensa
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E N estos momentos ya apenas hay dudas de que la pandemia está completamente desbocada y que el desconfinamiento y la llamada nueva normalidad han sido un rotundo fracaso. Según los datos difundidos ayer por el Ministerio de Sanidad, nuestro país ya ha superado el millón de contagios de Covid-19, con más de 6.000 en las últimas 24 horas. Los muertos por coronavirus que reconoce el Gobierno son 34.366, pero hay cálculos críticos que elevan la cifra a mucho más. Esta situación contrasta con la irresponsabilidad de una clase política que sigue instalada en la gresca, como se pudo ver ayer en el Congreso de los Diputados con motivo de la absurda moción de censura de Vox. No es éste el momento de ponerle nombres y apellidos a los responsables del fracaso. Son muchos y tiempo habrá. Pero sí se puede exigir ya que se tomen medidas más drásticas para bajar el impacto de una pandemia que está a punto de poner en jaque a nuestro sistema sanitario, con el consiguiente aumento de las víctimas y el sufrimiento social. Serán los gobernantes nacionales y autonómicos, asesorados por técnicos y expertos, los que deberán decidir qué tipo de medidas se deben tomar de forma urgente. Hace apenas unas horas, el consejero de Salud, Jesús Aguirre, dijo que "no le temblaría la mano" a la hora de tomar las medidas necesarias para frenar al virus. Bien, ha llegado el momento. Así no podemos seguir. Sin embargo, toda la responsabilidad no corresponde en exclusiva a los dirigentes. En general, el grueso de la sociedad ha relajado en demasía sus precauciones respecto al coronavirus. Ahora estamos cosechando los resultados. Es urgente retomar la disciplina social con la que conseguimos doblegar la curva durante la primera oleada. Todos los expertos avisan del complicado panorama que se avecina si coinciden en tiempo y virulencia el Covid-19 y la gripe común, algo que puede hacer estallar las costuras del sistema sanitario. La descentralización de la gestión de la pandemia no ha funcionado, porque los virus no entienden de geografía política. El Ejecutivo central debe ponerse de nuevo al frente para coordinar a todas las autonomías.
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