Occidente se la juega

Editorial

05 de noviembre 2024 - 03:07

Las elecciones que hoy se celebran en Estados Unidos tienen lugar en un ambiente de fuerte polarización y ponen punto final a una de las campañas más tensas que se recuerdan. Al 5 de noviembre se llega en una situación, según todas las encuestas, de empate virtual entre el republicano Donald Trump, que ya ocupó la Casa Blanca en el periodo entre enero de 2017 y el mismo mes de 2021, y la demócrata Kamala Harris, que ha sido vicepresidenta de Joe Biden durante el mandato que ahora concluye. Sin embargo, durante las últimas semanas se ha producido un progresivo afianzamiento de las opciones de Trump en los estados clave para configurar la mayoría del colegio electoral, en detrimento de Harris. Trump ha maximizado su discurso populista, racista y xenófobo, lo que parece excitar y movilizar a sus bases en un país cuya cultura política está muy alejada de lo que se considera normal en Europa. Por su parte, la candidata demócrata mantiene un perfil de gobernante moderada capaz de gestionar los intereses de la primera potencia mundial en un contexto geopolítico cada vez más complicado. En esta situación es fácil comprender la preocupación de los principales gobiernos de Occidente ante un eventual regreso de Trump al Despacho Oval. Si esa eventualidad se confirma el próximo martes, no cabe duda de que asistiremos a un recrudecimiento de los principales conflictos que ponen en jaque la estabilidad internacional, de forma muy acusada los de Oriente Medio y Ucrania. También se da por hecha una escalada de tensión con China, que ya está planteada como uno de los principales retos del tablero mundial. A pesar del paulatino declive de EEUU, quien mande en Washington sigue siendo el factor determinante de los equilibrios internacionales. Desear una victoria de Kamala Harris es un ejercicio de lógica aplastante. Lo que está en juego es nada más y nada menos que la paz mundial.

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