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No es la primera vez que el presidente de la Junta, Juanma Moreno, se marca como objetivo el derribo del hotel del Algarrobico, en el parque natural de Cabo de Gata. Lo hizo al inicio de la actual legislatura, y en su discurso de Fin de Año apeló al acuerdo alcanzado con el Gobierno central sobre Doñana para acometer esta demolición. El hotel comenzó a construirse hace ahora 20 años, y para su derribo hace falta algo más que explosivos y una inversión para restaurar esta playa del municipio de Carboneras. Es más, el Gobierno central y el autonómico ya alcanzaron un acuerdo para repartirse los costes del derribo y la restauración, por lo que el consenso al que apela Juanma Moreno sigue siendo necesario, pero no es lo imprescindible. Si bien el Tribunal Supremo declaró, después de un largo proceso judicial en varias instancias, que el hotel se había levantado sobre un suelo que no es urbano, sí ha considerado que la licencia que tiene la promotora, Azata del Sol, por parte del Ayuntamiento de Carboneras es legal. Como las administraciones no se plantean una indemnización, sólo cabe que el Ayuntamiento anule la licencia, algo que se intentó hace unas semanas y que contó en el pleno con la oposición del grupo socialista. Es una contradicción más de las muchas que los partidos han cometido ante un proyecto que no se construyó en secreto ni en una noche, sino que contó con la complacencia de muchas administraciones y que, en el fondo, supuso el intento de sortear la legislación del parque natural y de la Ley de Costas. Como ha explicado Juanma Moreno, el derribo del Algarrobico es un símbolo, es un reconocimiento de los errores cometidos en la urbanización de la costa mediterránea. El parque natural del Estrecho se creó, precisamente, para evitar grandes proyectos como éste sobre un territorio costero que ya estaba muy tensionado desde el punto de vista constructivo.
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