La tribuna
El poder de la cancelación
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Venimos asistiendo a una campaña de difamación por parte del Partido Popular y Ciudadanos, que con total descaro y sin ningún fundamento, vienen insinuando la existencia de una red clientelar establecida entre el nuevo municipalismo de los "Ayuntamientos del cambio" y la Economía Social y Solidaria concretada en figura de las empresas "Cooperativas". Este ataque no es más que un burdo intento de tergiversar la realidad, pues es evidente que el nuevo municipalismo incorporó en sus programas electorales una concepción diferente del desarrollo socioeconómico, que pone en cuestión la omnipresencia de las grandes corporaciones en las economías urbanas, incorporado mecanismos redistributivos propios la Economía Social y Solidaria.
No se trata, por tanto, de ninguna arbitrariedad, sino de una decisión política legitima, la más básica de todas, que es la de cumplir su propio programa electoral y esto no debería ser tan sorprendente.
Dicha opción política no sólo tiene una base constitucional contundente en artículos como el 40, donde se dice que "los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa... de manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo; el artículo 128 que señala que "toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general"; o el 129 que indica que "los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán, mediante una legislación adecuada, las sociedades cooperativas"; sino, que además está cargada de sentido común, pues la economía no puede entenderse ni gestionarse al margen de las relaciones sociales, culturales e institucionales que la envuelven, ni tampoco extenderse más allá de los límites biofísicos de nuestro planeta, pues la vida depende de los sistemas naturales o ecosistemas, así como de sus funciones y servicios que nos prestan.
Esta visión, que en la actualidad, ya no debería tener color político, pues la idea de que la naturaleza y los seres humanos somos un todo, que conformamos un complejo ecosistema piso-socio-económico-cultural-natural, es actualmente compartida, tanto por la comunidad científica como por la sociedad civil. Cada vez son más las culturas que asumen que sus comunidades deben entender la realidad desde esta visión global y abandonar antiguas concepciones, para incardinar en esta globalidad los distintos procesos de transformación de cada uno de sus diversos micro-ecosistemas, tomando conciencia en primer lugar de que somos una parte del ecosistema natural y que tenemos la obligación de cuidar y respetar sus límites biofísicos, y en segundo lugar nos pongamos en marcha para conformar unas nuevas relaciones psico-socio-culturales-económicas, que posibiliten una vida digna a todos los seres humanos.
Es por esto, que más pronto que tarde, la derecha de este país tendrá que asumir que la vida y los bienes comunes que la sustentan están inseparablemente unidos, que la economía solo es una forma para procurarnos una vida digna, tejiendo lazos entre las personas, las comunidades y que todas ellas conforman un ecosistema común del que nadie puede abstraerse, ni del que nadie debe apropiarse, ya que nos corresponde todos y todas decidir cómo se gestiona, pues la vida de cada persona y de cada comunidad, así como la de todos los seres vivos del planeta Tierra, única y verdadera "casa común", es un legado común sobre el que solo tenemos el "derecho de uso", pero con la responsabilidad compartida de preservarlo para las generaciones futuras. Y es, en esta visión común, en la que se encuentra sustentada la alianza entre el Municipalismo Transformador y la Economía Social y Solidaria.
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